sábado, 9 de agosto de 2014

María Teresa Romero: Militarización de la diplomacia venezolana

 La radicalización y militarización que Nicolás Maduro ha emprendido durante su primer año de Gobierno en toda Venezuela, también se ha extendido al área de la política exterior. No es de extrañar; se radicaliza lo interno y lo externo a la vez porque el proyecto “revolucionario” es nacional e internacional. Esto siempre lo han tenido claro los del progresismo bonapartista latinoamericano.
Este proceso de actuación exterior radical se observó con claridad durante junio y julio de este año, meses en los que el Gobierno de Maduro fortaleció aún más los vínculos entre con los Gobiernos de China y Rusia, sin importarle el precio que tendrán que pagar nuestras generaciones futuras por el endeudamiento con esos países. Según el Banco Central de Venezuela, sólo la obligación con China está por encima de las reservas internacionales del país, que se mantienen por el orden de los US$20,7 mil millones al cierre del 18 de julio pasado.
Fueron meses en que también se mantuvo —aunque sin presupuesto para ello— la generosa colaboración con el ALBA y Petrocaribe, y se trató de vincularlos políticamente con los bloques de Mercosur y Unasur, todo en detrimento de la OEA y una real integración hemisférica; y en los cuales se reiteraron los apoyos incondicionales a regímenes forajidos y grupos terroristas como Siria, Irán, Hamas y las FARC.
Numerosos cuestionamientos han provocado en la opinión pública nacional e internacional las declaraciones de Nicolás Maduro a favor de la ofensiva de Hamas en Palestina y en contra de Israel, así como el haberle otorgado el beneplácito a Corea del Norte para instalar una embajada en Caracas y estrechar relaciones con Kim Jong Un, uno de los dictadores más sanguinarios del planeta.
Todo lo anterior estuvo acompañado de una mayor militarización del servicio exterior venezolano.
“En el último año y medio, el Gobierno de Nicolás Maduro ha afianzado la presencia de militares en cargos diplomáticos, ministerios e institutos del Estado, una política que fue uno de los pilares de la gestión del ex presidente Hugo Chávez pero que se ha visto notoriamente acentuada desde la llegada del actual mandatario venezolano […] que refleja una clara dependencia de Maduro de las Fuerzas Armadas de Venezuela (FANB) para permanecer en el poder”, afirmó el exembajador Milos Alcalay.
Pero este  proceso de radicalización diplomática llegó a extremos sin precedentes con la actuación del Gobierno bolivariano hacia Aruba y los Países Bajos para lograr la liberación del Mayor General (R) Hugo Carvajal Barrios, exdirector de la Dirección de Inteligencia Militar (DIM) y hombre de confianza del fallecido Hugo Chávez.
Carvajal es uno de los altos funcionarios chavistas incluidos, desde 2008, en la conocida “lista Clinton” del Departamento del Tesoro de EE.UU. por sus presuntos vínculos con la guerrilla colombiana FARC y supuestas actividades ilícitas relacionadas con el narcotráfico.
Por este episodio, el Gobierno chavista amenazó al Reino de los Países Bajos con el rompimiento de relaciones, el cese del suministro de petróleo y dejar sin efecto acuerdos de negocios conjuntos. Según declaraciones del propio Fiscal General de Aruba, Venezuela hasta insinuó una invasión militar.
La reacción de los Países Bajos en este caso fue sorpresiva y extrañamente tolerante con el régimen madurista: liberaron al preso venezolano y se negaron a extraditarlo a EE.UU., contradiciendo los argumentos legales primarios que el juez y el fiscal arubeños utilizaron para apresarlo y tergiversando el artículo 13 de la Convención de Viena de 1963 sobre relaciones consulares.
Este acento radical de la diplomacia del gobierno venezolano tiene sumamente preocupada a la comunidad internacional democrática. Así lo hizo saber la administración de Barack Obama y otros Gobiernos europeos.
Ahora la pregunta es: ¿hasta dónde y hasta cuándo esa misma comunidad tolerará los exabruptos de la diplomacia radical madurista?


María Teresa Romero
Militarización de la diplomacia venezolana preocupa a la comunidad internacional
Panampost. Miami, 8 de agosto de 2014