ANÍBAL ROMERO
El Nacional. Caracas, 23 de abril de 2014
Recomiendo con entusiasmo a los lectores el estupendo
libro de Sebastian Haffner, Historia de
un alemán (Barcelona: Ediciones Destino, 2012), que hace poco disfruté. Se
trata de las memorias de este destacado historiador, correspondientes a los
años 1914-1933; es decir, desde el comienzo de la Primera Guerra Mundial hasta
el ascenso de Hitler al poder. Haffner experimentó esos años cruciales como
niño, adolescente y joven adulto en medio de inmensas convulsions, que
eventualmente le forzaron a abandonar su país por décadas.
El libro es de gran interés para los venezolanos de hoy,
pues existen elocuentes analogías entre lo que sucedió ese tiempo en Alemania y
lo que ahora acontece en Venezuela. Desde luego, insisto que hablamos acá de
analogías y no de repeticiones. Por ejemplo, escribe Haffner que “No me
equivoqué ni un solo instante al pensar que los nazis eran unos enemigos para
mí y para todo lo que yo apreciaba. En lo que sí erré por completo fue al no
pensar que fueran a convertirse en unos enemigos tan terribles”. Estoy seguro
que tales impresiones resuenan con fuerza en los espíritus de muchos entre
nosotros.
De los numerosos aspectos que estas memorias,
admirablemente estructuradas, pueden señalarse con miras a su pertinencia para
la actual Venezuela, tres en particular llaman la atención. El primero, ya
esbozado, se refiere a la dificultad que con frecuencia nos impide evaluar con
claridad y tempranamente la magnitud de una amenaza política, encarnada en un
propósito revolucionario. Ello les pasó a Haffner y a incontables compatriotas
suyos, que solo entendieron lo que Hitler y sus seguidores realmente
representaban cuando era demasiado tarde para detenerles.
El segundo tema tiene que ver con lo ocurrido en marzo de
1933. Luego de solo dos meses en el poder nuevas elecciones fueron convocadas
por Hitler y los nazis, que obtuvieron como partido politico el mayor número de
posiciones en el parlamento, pero que no obstante y a pesar de la avasallante
propaganda, intimidación y persecución a sus adversarios no lograron la mayoría
absoluta. Los alemanes todavía rechazaron en ese momento clave, aunque por
escaso margen, la amenaza mortal del hitlerismo. La sociedad mostró no estar aún
de rodillas frente al mal. Sin embargo, ante esta inesperada derrota los nazis
reaccionaron con eficacia. Al poco tiempo la victoria se disipó, los dirigentes
se esfumaron, las organizaciones sucumbieron y el camino quedó abierto al
totalitarismo nazi. Fue ésta una experiencia sobre la que cabe reflexionar,
pues las oportunidades no son infinitas y las que se pierden muy pocas veces
retornan.
En tercer lugar transcribo lo que Haffner con tanta
lucidez expone: “Puede sonar paradójico, pero no deja de ser un simple hecho
que las decisiones y los acontecimientos históricos realmente importantes tienen
lugar entre nosotros, en los seres anónimos, en las entrañas de un individuo
cualquiera, y que ante esas decisiones masivas y simultáneas, cuyos responsables
a menudo no son conscientes de estar tomando, hasta los dictadores, los
ministros y los generales más poderosos se encuentran completamente
indefensos”. Esta observación me parece de un especial contenido para la Venezuela
de hoy. Estoy persuadido que entre febrero y marzo de este año 2014, la
sociedad venezolana experimentó el preludio de un fenómeno de transformación
colectiva, y que la llegada de ese punto de saturación que va creciendo en el
alma de la “gente cualquiera”, como bien dice Haffner, avanza de modo
inexorable y anuncia grandes cambios.