Gustavo Dudamel ha hablado. O un asistente ha hablado por él y él ha suscrito las palabras de ese asistente. El asistente le habrá dado a leer lo que debía decir, Dudamelhabrá aprobado el escrito y el asistente habrá procedido a enviarlo a Los Angeles Times para su publicación. Muy bien. Eso es lo de menos. Porque lo principal es que, aun si no fue él quien escribió el artículo que hoy circula por todas partes, el caso es que ese artículo rinde cuentas de lo que piensa Dudamel y, por lo tanto,Dudamel ha hablado.
Lo que ha dicho puede resumirse con facilidad, porque tampoco es Heidegger, aunque le siga los pasos y no en el cultivo de la filosofía. Ha dicho, para defenderse de quienes le reclaman su rodilla-en-tierra con la dictadura chavista, que él no habla de política porque él no es político. Ah, caray. Un nuevo aporte a los estudios culturales.
La afirmación, además de ser un cliché, es una mentira. No ser político significa no vivir en sociedad y, al menos hasta ahora, Dudamelhabita entre nosotros, aunque sea de prever que la mayoría del auditorio le cause repelús. Con todo, él asegura, muy cristiano, que compasión no le falta… Sí, la hemos visto… Tal parece que dentro de su esquema mental cabe la idea de que tener compasión basta para no ejercerla.
Quizá sea necesario recordarle una lección básica, de librito: no hay hombre en el mundo que se abstraiga de cumplir un rol delante de los demás, es decir, no hay hombre no-político. A menos, claro, que se trate de un salvaje que decida alojarse en una cámara de hibernación, como una mata traída del Himalaya, o esconderse para siempre en una cueva y bestializarse. Pero un hombre que es figura pública en Venezuela y en buena parte del mundo, no solo como portentoso y aclamado director orquestal, sino además como modelo de Rolex y otras minucias, ¿ese es un ser no-político?
Que Dudamel prefiera no aclarar, de veras, a qué se debe que se haya cuadrado con Hugo Chávez y ahora con Nicolás Maduro, no quiere decir que esté exento de toda crítica, como por lo visto pretende. Lo que quiere decir es que no le da la gana de hablar directamente de un asunto crucial, a fin de no pasar por una persona comprometida, para la historia, con el chavismo. O por un hipócrita y un inmoral.
Talento tiene de sobra como músico, quién lo duda. Pero para argumentar… ¡qué va! “No aclares que oscureces”, aconseja el dicho popular. Además, ¿aclarar qué? Los hechos hablan: chavista, es. Y si no, hace el intento
Diego Arroyo Gil
Dudamel, el no-político
El Nacional. Caracas, 2 de octubre de 2015