Las elecciones parlamentarias tendrán lugar el 06 de diciembre a pesar de todos los que han deseado que no se lleven a cabo para sustentar sus tesis abstencionistas. En las actuales condiciones, el gobierno no tiene cómo permitirse una maniobra de dilación para comprar tiempo frente a la presión que están ejerciendo hasta sus aliados en el vecindario. Atrapado y sin salida.
Las diversas encuestas que se conocen públicamente indican que la oposición tendría grandes posibilidades de ganar con contundencia, o al menos de obtener una mayoría de curules en la Asamblea Nacional. De concretarse dicha tendencia en votos reales, se abrirá un período de extraordinaria complejidad, que requerirá de duras negociaciones (sí, la palabra es negociación, con un chavismo que no va a desaparecer por más que cerremos los ojos y contemos hasta diez) para intentar garantizar un tránsito templado hacia la redemocratización de la Asamblea Nacional y del país. Cualquier intento de buscar de nuevo La Salida, apenas se sepan los primeros resultados, sería una irresponsabilidad histórica limítrofe en la idiotez política.
Podemos estar seguros que el alto mando del PSUV hará todo lo que esté a su alcance -y es mucho lo que tienen a su alcance- para crear un clima de crispación y enfrentamiento. Los nacionalsocialistas alemanes incendiaron el edificio del Parlamento, el Reichstag, para luego poder culpar a los comunistas de pirómanos e iniciar una cruenta persecución de toda oposición y disidencia. Nuestros tragafuegos profesionales deberían poner a buen resguardo sus bidones de gasolina y sus estopas prendidas. O al menos marinarlas en agua fría.
Para acometer lo que viene tras las parlamentarias, la oposición democrática va a requerir actuar con mayor sindéresis que nunca, y la Unidad no debería ser concebida como un burladero para esconderse mientras pasan los toros y luego volver a las andadas a nombre de la independencia de acción. La MUD ha venido haciendo un gran esfuerzo para cohesionar una propuesta conjunta de candidatos parlamentarios y lo ha hecho bien a pesar de las dificultades internas y externas. Siempre quedarán vanidades heridas, y aquellos que no contaron con apoyo suficiente en las primarias a pesar de sus excelentes credenciales... son secuelas "estatutarias" propias de estos procesos. Con un poco de Hirudoid democrático esos hematomas ceden.
Lo que no cederá es el empeño de la alta jerarquía roja para aferrarse al poder a como dé lugar. Y han dado prueba de que son capaces de posponer diferencias para apuntalar a su actual vocero mayor, el presidente Maduro, a pesar de sus pesares. Todos los procesos de lucha democrática frente a gobiernos autoritarios o dictatoriales han tenido una figura en el trasfondo, o en el frente, que le dio voz: Václav Havel en la Checoslovaquia comunista; Patricio Aylwin frente a la dictadura chilena; Violeta Chamorro bajo el régimen Sandinista, por nombrar tan solo tres figuras históricas.
La oposición democrática venezolana debe encontrar esa voz entre sus máximos dirigentes actuales para enfrentar y tramitar unida y con éxito el pos 06D. Ojo, no estamos hablando de candidaturas presidenciales, estamos hablando de alguien que logre concitar un acuerdo, y expresarlo con autoridad, acerca de la manera como se va a conducir la política opositora en la nueva situación que se viene encima como una locomotora.
En las actuales circunstancias sólo Henrique Capriles tiene la posibilidad de hacerlo: cuenta con un estimable apoyo popular -puntea junto a Leopoldo López en las encuestas, seguido de lejos por Henri Falcón-, está activo en la calle, es el único gobernador que tiene un liderazgo nacional y un partido importante que lo apoya y tiene en su haber el triunfo electoral más resonante que ha tenido la oposición. Sería una decisión de realpolitik, sin ningún lazo vinculante con el futuro electoral, un pacto para la transición democrática.
Jean Maninat
¿Por qué Capriles?
El Universal. Caracas, 24 de julio de 2015