En el último trimestre lo que ha visto Venezuela es la aceleración de un derrumbe que asusta, ante el cual el gobierno aferrado al poder no se atreve a asumir la responsabilidad ni los costos de rectificar y, en cambio, persiste en la desgastada estratagema interior y exterior de ofrecer el pan que no tiene y el circo que cada vez tiene menos audiencia y genera peores críticas
Venezuela sufre la devastadora resaca del final de un ciclo de abundancia de recursos y de posibilidades políticas sin precedente. Cuba, el país que se arruinó bajo la conducción de Fidel Castro, va logrando, bajo la del más pragmático Raúl, capitalizar las innumerables e inescrutables modalidades de asistencia y trato preferencial venezolano. En el mejor estilo totalitario, lanzó de entrada la consigna de “ahorro o muerte”, un dosificado plan de “actualización del modelo económico” y una estrategia internacional de reinserción económica. Todo ello, no debe olvidarse, con muy pocas concesiones en las prácticas de control político y represión de la disidencia, que incluso han sido utilizadas como recurso en las negociaciones con Estados Unidos.
Mientras Cuba negociaba secretamente el histórico reacomodo de relaciones con su gran enemigo, un costoso y desgastado circo antiimperialista daba sus funciones en Venezuela, manteniendo, con ajustes menores, el flujo económico del que la isla se hizo tan dependiente. Peculiar dependencia, en realidad, esta del salvavidas que desde 1994 se procuró Fidel Castro al recibir a Hugo Chávez en La Habana con honores de Jefe de Estado. El caso es que la seducción funcionó de tal modo que a partir de 2004 –el año de la creación de las misiones ante el referendo revocatorio y de la constitución en La Habana de la Alianza Bolivariana– se hizo cada vez más notoria la influencia de Cuba en la política interior y exterior de venezolana, como crudamente revelaron todas las incidencias en torno a la enfermedad, el fallecimiento y la sucesión política de Hugo Chávez.
Sí, las noticias sobre los avances de la economía cubana y de la normalización de relaciones con Estados Unidos tienen desde Venezuela más de una lectura. No deja uno de contentarse por las mejoras que todo esto pueda traer a un país sometido por más de medio siglo a severas restricciones económicas y represión política. Pero es imposible no preocuparse porque transitamos, en sentido opuesto, a más fuertes restricciones y controles, sin atisbo de rectificación gubernamental. Es inevitable indignarse ante el irresponsable dispendio de recursos y abandono de oportunidades que revela el contraste entre las expectativas de crecimiento de Venezuela y Cuba. Es obligado rechazar la dependencia que, como pérdida de autonomía en decisiones y políticas, ha generado para Venezuela una relación sin transparencia, nunca sujeta a nuestros procedimientos y controles constitucionales.
En fin, buenas noticias para los cubanos, pero ¡qué malo lo que confirman sobre la situación de Venezuela!
Elsa Cardozo
Noticias cubanas
El Nacional. Caracas, 26 de julio de 2015
Mientras Cuba negociaba secretamente el histórico reacomodo de relaciones con su gran enemigo, un costoso y desgastado circo antiimperialista daba sus funciones en Venezuela, manteniendo, con ajustes menores, el flujo económico del que la isla se hizo tan dependiente. Peculiar dependencia, en realidad, esta del salvavidas que desde 1994 se procuró Fidel Castro al recibir a Hugo Chávez en La Habana con honores de Jefe de Estado. El caso es que la seducción funcionó de tal modo que a partir de 2004 –el año de la creación de las misiones ante el referendo revocatorio y de la constitución en La Habana de la Alianza Bolivariana– se hizo cada vez más notoria la influencia de Cuba en la política interior y exterior de venezolana, como crudamente revelaron todas las incidencias en torno a la enfermedad, el fallecimiento y la sucesión política de Hugo Chávez.
Sí, las noticias sobre los avances de la economía cubana y de la normalización de relaciones con Estados Unidos tienen desde Venezuela más de una lectura. No deja uno de contentarse por las mejoras que todo esto pueda traer a un país sometido por más de medio siglo a severas restricciones económicas y represión política. Pero es imposible no preocuparse porque transitamos, en sentido opuesto, a más fuertes restricciones y controles, sin atisbo de rectificación gubernamental. Es inevitable indignarse ante el irresponsable dispendio de recursos y abandono de oportunidades que revela el contraste entre las expectativas de crecimiento de Venezuela y Cuba. Es obligado rechazar la dependencia que, como pérdida de autonomía en decisiones y políticas, ha generado para Venezuela una relación sin transparencia, nunca sujeta a nuestros procedimientos y controles constitucionales.
En fin, buenas noticias para los cubanos, pero ¡qué malo lo que confirman sobre la situación de Venezuela!
Elsa Cardozo
Noticias cubanas
El Nacional. Caracas, 26 de julio de 2015