martes, 10 de febrero de 2015

Editorial de Tal Cual: Todos conspiradores

La mecánica es muy sencilla, tanto, que puede pasar desapercibida. Usted dice, por ejemplo, un ejemplo frío y simplón, que no le parece adecuada la política agraria del gobierno y eso en regímenes respetuosos de la opinión ajena, democráticos pues, no es sino una proposición a aceptar o negar con algunos argumentos (también se puede ignorar).
Pero el déspota hace un pequeño movimiento que consiste en agregarle a la simple opinión bien sea un efecto, verbigracia da una imagen indeseable del país y daña su prestigio exterior; o una intención, es parte de un plan desestabilizador generado en el Norte y que pasa por la desvalorización de la gestión del gobierno.
O ambas. Como se verá, esto tiene dos grandes ventajas: una, que no es muy conveniente opinar negativamente sobre agricultura, y en general sobre el gobierno, porque usted pasa de opinador a conspirador, desestabilizador, apátrida y categorías similares. Y, dos, la agricultura, por descarte, está muy bien, lo malo lo pone usted que es malo.
Esta fórmula se puede aplicar a cualquier posición opositora y se vuelve más conveniente cuando los asuntos públicos de verdad no andan bien y las críticas se multiplican y arrecian. El otro día Maduro incluía entre las mañas nocivas de los hacedores de la guerra económica esa declaradera.
Las colas, ni nombrarlas, y el otro día pasó un mal rato un honorable galeno que dijo que había una alta escasez de medicinas e instrumental médico. Lo que está en juego, como habrá visto, es la posibilidad de expresarse libremente, para eso se compran medios y se le aplican una gran variedad de suplicios a los que no entran por el aro.
El domingo pasado, cosa de no creer, José Vicente Rangel dio una lección de ética periodística. En realidad era una jalada indecorosa a su invitado de ese día que anda tratando de castigar a aquellos que informan, así sean joyas noticiosas, sobre cosas que deben permanecer silenciadas en el país, así corran por medio mundo.
No vale la pena resumir muy extensamente los lugares comunes del arresto moral de JVR: hay que ser éticos, decir la verdad, no someterse a los dueños de los medios, no deben juzgar los acontecimientos(sic), no deben agredir a sus semejantes, la libertad de expresión no es absoluta...pero lo importante para nuestra tesis es que estos diarios malignos "asumen irresponsablemente las versiones que ponen a circular laboratorios de guerra sucia" y "el efecto letal de ese periodismo es una de las mayores amenazas...que enfrenta la democracia venezolana y el orden constitucional".
He aquí los orígenes y los efectos de lo que puede ser una simple noticia sin adjetivos. Intenciones y efectos mortíferos. Luego, la verdad y la justicia las maneja el gobierno, los infractores deben ser castigados ya que sus pecados son mortales.
Todo el país sabe que José Vicente Rangel se ha pasado la vida, en la cuarta y en la quinta, acusando a medio mundo de cualquier villanía, cuando no inventando semanalmente conspiraciones, golpes, invasiones...con escuadrones aéreos y todo.
Y los mayorcitos recuerdan su fobia a dar derechos de réplica a los señalados sin clemencia y, sobre todo, la muy ética teoría de que su función era acusar a las autoridades, para eso están, el buscar las pruebas que él no aportaba. De no encontrarlas el acusado quedaba bastante averiado en su reputación pero qué se le puede hacer.
Como se verá, todos estamos expuestos a ser considerados desestabilizadores y enemigos del orden constitucional con estos sagaces lectores de nuestros ocultos motivos y finalidades, de los cuales no nos podemos desprender así hablemos de lo que hablemos, del cultivo de repollos o de la ética de Kant.



Editorial de diario Tal Cual
Fernando Rodríguez
Todos conspiradores
Tal Cual. Caracas, 10 de febrero de 2015