miércoles, 12 de noviembre de 2014

Marianella Salazar: Un muro en la cabeza

Cada vez cobramos más conciencia de que el régimen de Maduro no durará mucho, amenazado por una crisis social y económica sin precedentes, agravada por la caída en picada de los precios de petróleo, que se mantendrán bajos por lo menos durante dos años. El bolsillo del gobierno se vacía y no hay real para financiar misiones, comprar votos ni conciencias. Con la revolución bolivariana somos y seremos cada vez más pobres. Maduro cree haber encontrado una fórmula para contener el descontento generado por la crisis con más represión y más violación a los derechos humanos. Se equivoca, ningún régimen totalitario dura eternamente, el mejor ejemplo que nos brinda la historia contemporánea es la caída del Muro de Berlín. Hemos observado por la televisión no solo las grandes celebraciones por los 25 años de la caída del llamado “Muro de la vergüenza”, también hemos escuchado y digerido los testimonios de los actores que hicieron posible el milagro de derribar aquellas barreras de hormigón y alambradas de espino que los oprimían. Se trata de ciudadanos comunes y corrientes que sufrieron las privaciones e injusticias del comunismo, que dejaron el miedo y recobraron los ánimos hasta presionar al régimen opresor de Alemania del Este a anunciar unas normas temporales que les permitían viajar a Berlín occidental  y eso les facilito cruzar el muro.
Lo que siguió es historia: miles de personas se congregaron espontáneamente ante puestos fronterizos de Berlín y comenzó el éxodo hacia la libertad sin que la guardia disparara un solo tiro. Algo inimaginable. La historia alemana no tardó en cambiar y el sueño de la reunificación fue posible. Es una gran enseñanza para la oposición política en Venezuela, el cambio sí es factible cuando estemos decididos a dejar de mirar los toros desde la barrera y nos sacudamos el miedo. El ex presidente soviético Mijail Gorbachov considera hoy que el Muro de Berlín cayó cuando la sociedad alemana maduró. Sin Gorbachov y su política de Perestroika y Glásnost -traducida en el reconocimiento de derechos civiles proscritos durante décadas en los países de la Cortina de Hierro, que ocasionó el colapso del comunismo y la disolución de la Unión Soviética-, la caída del Muro nunca habría sido posible. El comunismo ha sobrevivido como una reliquia en Cuba, ajena a los grandes acontecimientos del fin de la Guerra Fría, aunque todo hace prever que en cuanto Fidel Castro -que solo ha exportado a Latinoamérica luchas fraticidas e ilusiones fallidas, propias de un modelo económico obsoleto e ineficiente-, se reincorpore a la eternidad, los protagonistas de la lucha contra la dictadura en “la isla de la felicidad” cruzarán el umbral definitivamente hacia la libertad. Eso puede ocurrir en cualquier momento, los venezolanos no tenemos que esperar a que el final de esta torturase produzca hasta que tenga lugar el hecho biológico de la muerte del depredador cubano; tenemos una posibilidad real, como los ciudadanos que sufrieron la represión en la Alemania comunista y podemos derrumbar los muros ideológicos construidos por el castro-chavismo, que nos han separado de familiares y amigos, armados de mucha perseverancia como si se tratara de las hachas, martillos y picas que las multitudes alemanas utilizaron a ambos lados de la frontera.
Tic tac
Preocupación en sectores de la FANB por los nexos con el movimiento de resistencia islámico Hamás que pudieran tener los 100 palestinos -de los 1.000 que el gobierno de Maduro pretende traer para estudiar medicina-, para servir como soporte, junto a colectivos armados y miembros de la guerrilla colombiana, ante un eventual derrocamiento del régimen.


Marianella Salazar
Un muro en la cabeza
El Nacional. Caracas, 12 de noviembre de 2014