Era el año 1999 cuando comencé a darle a Fidel Castro el calificativo que junto al de asesino le calza: chulo. Muchos ofendidísimos me consideraron grosera, como si con un malandro se debía ser refinada y comedida.
Pasaron los meses, completaron tres años y llegó aquel 11 de abril con sus preámbulos de paros y su masacre de Puente Llaguno. La renuncia se le pidió al intergaláctico, como dijo Lucas Rincón en aquella frase histórica de su mediocre historia, “la cual aceptó”. Llegó “El vacío de poder”, la cortísima estancia de Chávez en la Orchila, el culillo como epidemia de los que le dejaron todo el muerto a Pedro Carmona para no admitir que eso fue una torta cívico militar… Baduel sacando pecho con su poder de fuego al servicio de la “robolución” para después comprender que el diablo paga mal.
Pasaron los soponcios gracias a que el Gran Chulo no perdió esa oportunidad de oro y se fajó con sus redes a montar el gran show: Chávez, el demócrata derrotado por “la oligarquía perversa”; Chávez, la víctima de Imperio cruel; Chávez, el Bolívar redimido y, fundamentalmente, Chávez, ese “Venao” que la suerte le había deparado para lograr su obsesión solo pospuesta: Hacerse de la gallina de los huevos de oro que era Venezuela.
Pensó, organizó…, misiones e invasión. Las primeras para captar a ese pueblo pendejo que por una dádiva endiosa al mismo mandinga: Barrio Adentro, Milagro, Robinson, Negra Hipólita, Zamora, Miranda, 13 de abril, Mercal, Identidad… Hay más, muchas más pero con estas es suficiente para comprender como el demonio de Birán no sólo controló a Chávez, sino que dio paso a la invasión con hombres, unos de blanco, otros disfrazados de entrenadores y otros a cara descubierta vestidos y armados como militares. Así se adueñó de Venezuela sin disparar un tiro. Esa es la cronología de esta tragedia que lleva casi 16 años y que según esos “creyones” hay que dejarla porque los “tiempos de Dios son perfectos”.
Dieciséis años donde hemos visto morir miles y miles de seres humanos abatidos por el hampa que ya se sabe es otro brazo armado de esta montonera. Dieciséis años donde han arrasado con nuestros recursos minerales, con el oro de las reservas, con el petróleo que hizo de la isla mazmorra un país que vende petrolero y la ganancia es bruta porque Venezuela corre con los gastos. Dieciséis años donde borraron toda dignidad -si es que alguna vez la tuvo- del estamento militar. Dieciséis años para controlar los servicios de identidad y extranjería, los Registros y Notarías, las importaciones de comida, medicina, productos agrícolas, materiales de construcción. En fin casi todo lo que aquí se consume porque ya en Venezuela es muy poco lo que se produce.
El Gran Chulo le dio también su receta infalible: mete a los militares en el “guiso” y no velarán por ti sino por sus fortunas y sus pescuezos y tú tranquilo. A Chávez lo mató la “mejor medicina del mundo” y antes de “panquear” nombró -¿él o los Castro?- a Maduro de sucesor. Dieciséis años y hoy ni siquiera ese liderazgo opositor da trazas de cordura. Tanto que aunque ustedes no lo crean, peores enemigos de Leopoldo López son muchos de la fulana Mesa de la Unidad que del mismo régimen… El PSUV, partido de gobierno, es para esos “opositores oficiales” bastante menos molestoso que Voluntad Popular, la organización política de López.
El castrochavismo en Venezuela va palo abajo, de eso no hay dudas, pero tampoco hay dudas que una cofradía de “opositores oficiales” ni capitaliza la pérdida de seguidores de Maduro, ni posee la voluntad para combatirlo. Ante esto es perfectamente lógico pensar mal. Tengo algunas semanas hablando de la “casta chavista” y sus bribonadas, pero no todos los pillos están allí. Tenemos insignes truhanes en esa oposición “gobiernera”. Cuñados de “bolichicos”, abogados de banqueros enriquecidos ellos y sus juristas del horror con la “peste roja” y que uno de estos hasta se han dado el lujo de decir que la cárcel de Leopoldo se la buscó él mismo por tanto que se friegue; autoexiliados que desde la tranquilidad “mayamera” opinan que mejor es que siga Maduro en el poder, y que sigan por supuesto los depredadores, traidores, los cubanos castristas, la invasión islámica peligrosísima, los hampones en formaciones llamadas colectivos que poseen licencia para matar.
Volviendo al Chulo Mayor y sus lacayos, todos groseramente insultantes, creo que cada venezolano tiene derecho a catalogarlos, a responder a sus ofensas y como en Venezuela mandan desde 1999 los Castro, hay que decir que Hugo Chávez era un regente, y Nicolás Maduro, un coleto.
Eleonora Bruzual
Castro, artífice de la "peste roja"
Diario Las Américas. Miami, 27 de noviembre de 2014