Me arriesgaría a apostar que Maduro jamás soñó que alguna vez sería señalado en un comunicado de la archifamosa y archicelebrada Universidad de Harvard. Y no porque no tenga título académico, que no es un déficit para infamar a nadie, sino porque siendo un ciudadano que, en sentido estricto, a hecho algo que lo acerquen a las ciencias o las humanidades, creía no merecer, no digamos un doctorado “honoris causa”: una mención incidental de su vida y acciones.
Ayer Maduro amaneció en un comunicado de la Harvard University y fue para ser repudiado y denunciado como un presidente de la especie --afortunadamente en vías de extinción- que amenaza a un profesor por afirmar que su gobierno tiene a Venezuela a un paso del “default económico”.
Se trata de Ricardo Hausmann, un distinguido economista venezolano, que fue ministro de un gobierno venezolano, tiene esposa e hijos venezolanos, y ha proclamado el amor por esta tierra, una de sus pasiones fundamentales.
Pero no ha sido, exclusivamente, por tan altos méritos por los que Harvard defiende a Hausmann, sino por uno superior: el de ser un ciudadano del mundo que, por el solo hecho de serlo, deben respetársele el derecho humano a disentir, sea de gobiernos, partidos, escuelas, religiones e ideologías.
Máxime en el campo de la ciencia que profesa, el de la Economía, en la cual, bien como académico, ministro o experto, es uno de los más reconocidos en el mundo.
En otras palabras: que más le hubiera valido a Maduro quedarse y reflexionar sobre el diagnóstico de Haussmann y no salir a amenazarlo con su policía, que no es otra que una cohorte de fiscales, jueces y magistrados de unos tribunales de justicia con juicios que nunca terminan y pueden tardar decenas de años en dictar sentencias.
Como ocurre en las novelas de Franz Kafka, quien realizó su obra anticipando a Stalin, Hitler, Mao, Castro y parece también que a Maduro.
Manuel Malaver
La Universidad de Harvard contra Maduro
Diario de Caracas. Caracas, 16 de septiembre de 2014
Se trata de Ricardo Hausmann, un distinguido economista venezolano, que fue ministro de un gobierno venezolano, tiene esposa e hijos venezolanos, y ha proclamado el amor por esta tierra, una de sus pasiones fundamentales.
Pero no ha sido, exclusivamente, por tan altos méritos por los que Harvard defiende a Hausmann, sino por uno superior: el de ser un ciudadano del mundo que, por el solo hecho de serlo, deben respetársele el derecho humano a disentir, sea de gobiernos, partidos, escuelas, religiones e ideologías.
Máxime en el campo de la ciencia que profesa, el de la Economía, en la cual, bien como académico, ministro o experto, es uno de los más reconocidos en el mundo.
En otras palabras: que más le hubiera valido a Maduro quedarse y reflexionar sobre el diagnóstico de Haussmann y no salir a amenazarlo con su policía, que no es otra que una cohorte de fiscales, jueces y magistrados de unos tribunales de justicia con juicios que nunca terminan y pueden tardar decenas de años en dictar sentencias.
Como ocurre en las novelas de Franz Kafka, quien realizó su obra anticipando a Stalin, Hitler, Mao, Castro y parece también que a Maduro.
Manuel Malaver
La Universidad de Harvard contra Maduro
Diario de Caracas. Caracas, 16 de septiembre de 2014