Cada 23 de junio se celebra el día del Abogado en Venezuela y por ello, quisiera recordar algunos pasajes de la obra de Ingo Müller, “Los juristas del horror”, más vigente hoy que nunca en Venezuela.
La sección 4m parágrafo 2 del Decreto sobre la Aplicación del Derecho Penal a los polacos y judíos disponía la pena de muerte, y en casos menos graves la privación de libertad para las personas que en los territorios incorporados que “dañaran intencionalmente instalaciones de las autoridades alemanas u objetos usados por ellos para su trabajo o en interés público”. Cuando un perro de policía fue apuñalado y herido en los primeros días de agosto de 1940, por una persona o por personas desconocidas -no hubo testigos del hecho-, el Ministerio Público en Posen investigó el incidente y acusó a Ignatz Kazmierczak de “haber dañado intencionalmente un bien oficial alemán”.
En su sentencia del 4 de diciembre de 1941 el Tribunal Especial de Posen resumió las pruebas en contra suya de la manera siguiente:
“Los propios testigos en realidad no vieron quién hirió al perro, pero la culpabilidad del acusado queda establecida según los hechos siguientes: Cuando el acusado fue arrestado el 4 de agosto de 1940, el testigo Knippel trajo su perro herido. Al ver el perro, el acusado se alarmó, comenzó a temblar violentamente, y alzó sus brazos en espanto. El perro, por su parte, enfureció de inmediato y se lanzó sobre el acusado. La conducta del acusado prueba que fue él quien apuñaló al perro, y lo que es más, el perro reconoció a su enemigo de inmediato”. Sobre la base de esas pruebas, Ignatz Kazmierczak fue condenado a muerte.
Afortunadamente, el Tribunal de Nuremberg, al examinar el volumen abrumador de pruebas, finalmente llegó a la siguiente conclusión:
“A los acusados se les han formulado cargos por delitos tan inmensos que los meros casos específicos de criminalidad lucen insignificantes cuando se les compara. La incriminación, en pocas palabras, se refiere a la participación consciente en un sistema de crueldad e injusticia organizado por el gobierno en toda la nación, en violación de las leyes de la guerra y de la humanidad, y perpetrado a nombre del derecho bajo la autoridad del Ministerio de Justicia e instrumentado a través de los tribunales. El puñal del asesino se ocultaba bajo la toga del jurista”.
Lo que le parece más indignante al Tribunal, sin embargo, no son los delitos más espantosos en sí, puesto que los anteriores juicios ya habían expuesto las atrocidades del Tercer Reich con suficiente claridad, sino el hecho de que se cometieron bajo el ropaje de la legalidad…”.
“El pisotear sin compasión a los prisioneros del país, el violar los derechos de un hombre en la propia cara del Altísimo, el torcer la justicia de un proceso, son cosas que el Señor condena”.
Iván Simonovis
Condena a muerte basada en el testimonio de un perro
Diario Las Américas. Miami, 24 de junio de 2014