El título me viene a la cabeza recordando una película que vi de niño en el cine Un astronauta en la corte del rey Arturo. Una nave espacial perdida caía realizaba sin querer un viaje al pasado y aterrizaba en un reino medieval.
Imagínense, un estadounidense de última generación, adiestrado para la carrera espacial, perdido en la Inglaterra de los castillos cuando los siglos aún no habían llegado a los dos dígitos. En aquella ficción, la modernidad y la tecnología se daba de bruces con la tradición y un régimen basado en señores y vasallos.
El pasado domingo, los resultados de las elecciones europeas provocaron un increíble viaje y aterrizaje del candidato de un nuevo partido de izquierdas –denominado Podemos- en la monarquía constitucional española.
Podemos, que tiene como modelo regímenes como el de Venezuela o Cuba, se ha convertido en la cuarta fuerza política española con más de 1.200.000 votos y cinco diputados en el Parlamento Europeo.
El líder de la nueva formación se llama Pablo Iglesias (igual que el fundador del Partido Socialista Obrero Español) y en tan sólo tres meses ha adquirido una popularidad sin precedentes gracias a sus continuas apariciones en los debates políticos de las televisiones de derecha e izquierda.
Iglesias, en un ejercicio de surf político, ha sabido coger la ola del descontento por la crisis económica, el desempleo y la corrupción política que asola España.
Con una imagen juvenil y transgresora, este profesor universitario ha sabido marcar distancias con lo que él llama la “casta política”, los dirigentes del PP y PSOE que gobiernan desde la transición democrática.
Lo peligroso no es el diagnóstico, en el que una gran parte de los españoles está de acuerdo, el problema son las soluciones que propone este astronauta que camina por el sistema democrático español como si estuviera en Parque Jurásico.
Iglesias ha ensalzado en numerosas ocasiones la figura de Chávez y comparte muchos de los argumentos que auparon al poder al comandante venezolano como la descalificación de toda la clase política tradicional. Otra coincidencia es la alusión a la oligarquía y a la lucha de clases. Luego está la simpatía y justificación del castrismo. Ésta es la pirueta más complicada para alguien que se presenta como referente de las esencias democráticas.
¿Cómo se puede agitar la bandera de la libertad y la participación popular al mismo tiempo que se apoya un régimen que viola los derechos humanos y persigue y encarcela a la gente por sus ideas?
Un buen ejercicio podría consistir en buscar los videos de Chávez antes de ganar sus primeros comicios. Irreconocible y nada que ver con lo que después se convirtió.
El Socialismo del siglo XIX -perdón XXI- siempre actúa de la misma manera: llega al poder amparándose en la democracia imperfecta que critica para una vez en la poltrona socavar los cimientos del sistema. Mucho cuidado con el astronauta Pablo Iglesias.
Un chavista en la corte del rey Juan Carlos
Manuel Aguilera
Diario Las Américas. Miami, 1 de junio de 2014
Mire la entrevista de Pablo Iglesias en Venezolana de Televisión: