Me gustan los estudiantes
LAUREANO MÁRQUEZ
Tal Cual. Caracas, 25 de abril de 2014
Cuando este tiempo pase –porque pasará– y la historia de
este momento sea escrita -porque lo será– no desde el ventajismo de la verdad
oficial impuesta por el control de los medios, el miedo y la mentira, sino desde
la distancia histórica, más serena y sopesada… Cuando Venezuela se construya
sobre ideas de tolerancia y respeto, progreso y paz –porque será construida–;
entonces, cuando ese momento llegue, se mostrará a plenitud la importancia de la
lucha que el movimiento estudiantil libra en este doloroso tiempo y sus hijos se
sentirán orgullosos de lo que sus padres hicieron por la democracia y la
libertad.
“Me gustan los estudiantes porque son la levadura del pan que saldrá del
horno con toda su sabrosura”. Y me gustan por la honestidad de sus principios,
por la tolerancia y el respeto de la lucha que libran. Me gustan por su ingenio,
por su inteligencia para vislumbrar lo que ha de ser el país con una lucidez que
–en sus escasos años– uno no espera.
Me gustan los estudiantes porque hablan de un
nosotros incluyente y respetuoso; por su compromiso con la paz y la no
violencia. Me gustan los estudiantes porque están conscientes de que esta lucha
es por la supervivencia del alma, por no transformarnos en aquello que nos
indigna y nos oprime. Me gustan los estudiantes, porque más allá de los avatares
del presente están ya diseñando en sus cabezas el futuro que esperan y merecen.
Porque no se resignan; porque tragan gases y siguen adelante; porque tienen más
ideas que palabras, más futuro que pasado.
Me gustan
los estudiantes porque me recuerdan que nuestros hogares no fueron tan malos si
produjeron gente tan hermosa y sensible como ellos; porque este país no fue tan
absurdo si la idea de democracia ha logrado sobrevivir como una llama encendida
en sus corazones. Me gustan los estudiantes porque cuando les quitan la ropa para deshonrarlos, uno
no ve a un estudiante desnudo, sino a un emperador
revestido con el traje de la dignidad y el decoro. Me gustan los
estudiantes, porque padecen las iniquidades de la lucha política sin
desmoralizarse, sin desanimarse; porque me recuerdan que yo fui como ellos, pero
que ellos son mucho más que yo cuando era como ellos; y siento entonces que
pasado y futuro no están tan distantes como parece. Me gustan los estudiantes
porque me llenan de esperanza cuando el desánimo me vence; porque me reconcilian
con el hombre en momentos de cinismo y maldad en acción; porque me iluminan el
camino cuando siento que la noche es larga aún y tarda en amanecer; porque me
hacen sentir el deseo de ser mejor persona. Me gustan los estudiantes porque los
escucho hablar y se me dibuja otro país en el alma. Me gustan los estudiantes
porque, parafraseando a Andrés Eloy Blanco: viviendo están los años más sucios
de la historia, pero van a sobrevivir y será su tiempo el tiempo de la virtud triunfante, de la
justicia erguida, donde la voz alcance la libertad del
sueño.