A Bigotón le crecen los embustes
PEDRO LLORENS
El Nacional. Caracas, 30 de marzo de 2014
Bigotón habla sin parar con las mismas palabras (porque ignora las demás), los mismos lugares comunes, las mismas mentiras mal contadas y peor sostenidas (según Goebbels el chiste está en decirlas mil veces sin cambiarles ni una coma y en negar hasta las evidencias), y alguna verdad elemental (apuesto que no sabe quién es Holmes y tampoco quién es Watson).
Habla como baila, sin ton ni son, y además inventa, miente y enreda, de modo tan poco convincente que los cachetes le laten mientras los embustes crecen como el dólar paralelo (cada vez que el gobierno anuncia su desaparición a manos del Sicad II)… y convierte en vacilón temas de extrema gravedad, que ameritarían al menos un comunicado oficial, como la detención de tres generales, a los que implica en un intento de golpe por el supuesto hecho de tener vínculos con gente de la oposición (¿quién no?), lo que no tiene nada de ilegal ni atenta contra la Constitución, tan apaleada por Corazón de Mi Patria que ha quedado convertida en ese librito que Bigotón agarra entre el índice y el pulgar de su mano izquierda, mientras termina de desaparecer totalmente.
María Corina Machado lo tiene loco (pica en Panamá, aguijonea en Washington, pincha en Lima y acribilla en Caracas) pero ese no es su problema… aunque no lo admita: su problema es el Mussolinito Diosdado, su problema es el albanés Giordani, su problema es con los militares autorizados para robar, su problema son los delincuentes motorizados y armados con permiso para matar, su problema es la legión de reposeros, como él mismo, que son la base social de su gobierno…
Si Bigotón no estuviera enfrentado a su propia adolescencia y creyera de verdad en la pacificación del país (al margen de la promesa de decretar comunidades, territorios y brigadas de paz), la catástrofe nacional lo obligaría a renunciar… y bastaría un motivo (de millones) para hacerlo: la intérprete de lenguaje de señas del noticiero de Venevisión, Adriana Urquiola, fue asesinada el pasado domingo en Los Nuevos Teques supuestamente por Yonny Eduardo Bolívar Jiménez, de 37 años de edad, conocido como el capitán Bolívar, espaldero de ministros y ministras, integrante –con su camioneta Toyota 4Runner último modelo– de los “ángeles” colectivos que reprimen manifestaciones; responsable de secuestros, decomiso de drogas, usurpación de títulos militares, posesión de armas de fuego, delitos por los que fue condenado por siete meses, tres menos de los que el TSJ acordó para Enzo Scarano, alcalde de San Diego acusado de un desacato ilegal e inexistente.
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