Llegó la “guerra asimétrica” con sus narcomilitares y escuadrones de la muerte
MANUEL MALAVER
La Razón, Caracas, 30 de marzo de 2014
Una idea equivocada de la “Guerra Asimétrica” consiste en creer que se trata de un enfrentamiento entre dos fuerzas o ejércitos, una de las cuales, supera desmedidamente a la otra.
Para compensar la asimetría, entonces, la “débil” se vería obligada a recurrir a armas y reglas no convencionales, pero que, con todo, no violarían el derecho de gentes, ni la legislación sobre guerras civiles e internacionales.
Este sería el caso de la guerra de guerrillas ortodoxa, en la cual, tanto los ejércitos regulares, como los irregulares, si se preocupan de algo, es de no violar la normativa vigente sobre el tratamiento a los prisioneros, heridos y la población civil, por ejemplo, de modo de ganarse el reconocimiento de gobiernos, instituciones y países.
No versa sobre estas “minucias” la “Guerra Asimétrica”, que deriva del colapso de Estados formales que pasan a ser, primero, fallidos y después forajidos y que atacados por fuerzas militares y/o civiles que juzgan superiores (y en capacidad de arrollarlos), echan mano a cualquier tipo de atrocidad con tal de alargar la agonía que conduce al inevitable final.
Tal se vio, por ejemplo, en los países de la era post soviética en el Cáucaso y Los Balcanes, que estando atados a macrocentros políticos, al desaparecer los mismos, se soltaron en múltiples fragmentos étnicos, religiosos, ideológicos y territoriales que corrieron a enfrentarse unos a otros para independizarse y, en un contexto, en que desaparecían la autoridad y el orden y se regresaba al todos contra todos y a la ley de la selva.
Nacen, de esos días, horrores absolutamente desconocidos por el mundo civilizado, como fueron, la “limpieza étnica”, el “exterminio religioso”, la “expulsión de minorías de sus naciones ancestrales” y una nueva generación de dictadores, de asesinos en serie y violadores de los derechos humanos que dejaban pálidos a los de los totalitarismos de Stalin, Hitler, Mussolini, Mao, Pol Pot, la dinastía de los Sung en Corea del Norte (padre, hijo y nieto) y los hermanos, Fidel y Raúl Castro (que también aspiran a ser dinásticos).
Pero, igualmente, floreció la alianza de políticos y militares con el hampa común y la delincuencia organizada, con narcotraficantes, contrabandistas, perros de la guerra, mercenarios y asesinos a sueldo que después se llamaron sicarios, que por pagas, negocios o alguna otra ventaja, se integraban a estos ejércitos de la muerte donde todo estaba permitido
Creo que, mutatis mutandi, esa es la situación hacia donde ha ido derivando una Venezuela en ruinas, que después de 15 años de gobierno chavista y postchavista, cuya marca de fábrica es un socialismo inviable y fracasado, el colapso de la política y la economía, una pavorosa crisis social y los intentos (frustrados) por dividir a la sociedad en clases, razas y regiones que hicieron del Estado un esperpento enclenque, fallido y forajido, al extremo de que, al no contar con fuerzas regulares que lo defiendan ante una vigorosa protesta civil, política y social, ha recurrido al hampa común, la delincuencia organizada y maleantes de todo tipo para tratar de sobrevivir ante una marejada que día a día lo abruma más y más .
El Estado donde el narcotráfico, como poder paralelo, cruzó las fronteras, tomó alcabalas, carreteras, autopistas, urbanizaciones, barrios, ciudades enteras, puertos, aeropuertos y, tal como sucedió, primero, en Colombia, y después en México, hizo alianzas con el poder político, militar y judicial para tender una inmensa red que ya maneja entre 50 y 70 mil millones de dólares anuales.
Es la Venezuela del “Cartel de los Soles” y del “Cartel del Líbano” (ambos aliados de carteles colombianos y mexicanos de la cocaína), de las decenas de miles de pistas clandestinas de aeronaves en todo el país, del asesinato del exgobernador de Apure. Jesús Aguilarte, de los periodistas, Mauro Marcano de Maturín y Orel Zambrano de Valencia y cuyas historias han querido contar –sin mucha suerte- el exvalido del régimen, Walid Mackled y el exmagistrado del TSJ, Eladio Aponte Aponte.
Mafias que se han conectado con la llamada revolución o el “Socialismo del Siglo XXI” por dos vías: 1) Incorporando políticos, militares, magistrados, jueces y altos y medianos funcionarios a sus nóminas y negociados.-2) Prestando personal (matones, sicarios y francotiradores) para los escuadrones de la muerte que la dictadura de Maduro, Cabello y Rodríguez Torres exhibe en la primera línea de combate.
Cuando vemos como algunos militares en los altos mandos, no solo no guardan neutralidad sino que prestan su concurso para que la Guardia Nacional (y que “bolivariana”) asesine estudiantes, torture, encarcele y tome a sangre fuego plazas, barrios y urbanizaciones y la Defensora del Pueblo, Gabriela Ramírez y la Fiscal General, Luisa Ortega Díaz y el TSJ salen a legitimar la represión y la violación de los derechos humanos, no podemos estar sino en la Sarajevo y el enclave Nagorno Karabaj de los 90,
Bien está que no hemos llegado a los campos de concentración, las matanzas en masa y los cementerios colectivos de las guerras balcánicas y transcaucásicas, pero cuando la Defensora del Pueblo, dice que “la tortura tiene un sentido”, la Fiscal criminaliza la protesta y el Comandante de la GNB, Noguera Pietri, afirma que allanó apartamentos y maltrató a los residentes de un edificio “porque desde lo alto les tiraron a los guardias unos materos”, se percibe que estamos en la vía,
Pero eso no es todo: de día y de noche recorren las calles de las principales ciudades del país, pueblos y campos considerados como “rebeldes”, pandillas de civiles en motos, o cualquier otro tipo de vehículos, encapuchados y armados hasta los dientes, disolviendo manifestaciones, disparando, asesinando, allanando, saqueando casas y edificios, quemando vehículos, negocios y todo cuanto encuentran a su paso,
Son los escuadrones de la muerte, que ya se habían formado como “colectivos” y tenían la misión (como los CDR cubanos) de controlar zonas residenciales, y que aliados con el hampa común, son los responsables de que 25.000 venezolanos hayan sido asesinados el año pasado.
Forman parte, también, con mercenarios cubanos, de la tenebrosa Guardia Nacional (y qué “bolivariana”), cuyos miembros, en lo referente a la represión, son una réplica de las tropas de asalto hitlerianas, los “Cuerpos Especiales” de Stalin, las “Unidades de Respuesta Rápida” de los hermanos Fidel y Raúl Castro, y los “Tonton Macoutes” del doctor Duvalier
“¿Quiénes son?, se preguntaba recientemente la abogada, Defensora de los Derechos Humanos, y dirigente del Foro Penal venezolano, Tamara Sujú, en un artículo del mismo título que publicó vía lapatilla.com, y se respondía:
“Esta pregunta no me abandona desde hace más de un mes. Y cuándo profundizo, buscando la respuesta, de verdad que me da miedo. Después de ser testigo presencial de testimonios y pruebas de crueldad y tortura, después de escuchar narraciones terribles sobre actuaciones de venezolanos que haciendo uso de la fuerza y del poder de fuego han disparado contra sus hermanos también venezolanos, me pregunto mil veces, ¿quiénes son? ¿de qué albañal salieron?”
No exclusivamente de los albañales políticos o ideológicos, abogada Sujú, sino del hampa común, del narcotráfico y los secuestros, e incorporados por buena paga a un gobierno que se ha quedado sin apoyo popular, sin respaldo de masas, y sin pelotones del ejército regular que se presten a cumplir tareas para las que no fueron entrenados y están prohibidas en la constitución, un gobierno que optó por hacerse uno con el hampa de todos los linajes, tal como prescribe la “Guerra Asimétrica”-
La “Guerra Asimétrica” de la que tanto hablaron los chavistas al comienzo del régimen sin saber muy bien de que se trataba, confundieron con una guerra de guerrillas y creyeron se la aplicarían a los imperialistas yanquis en caso de una invasión al país tipo “Bahía de Cochinos” (¡qué anacrónicos!).
No presentían que era una guerra sin ley, promovida por un estado fallido y forajido, pero no contra invasores yanquis, sino contra un pueblo que se volcaría un día a las calles a gritarles: “Cubanos y lacayos nacionales…GO HOME”.