Hay dos diálogos, uno que nadie crítica y avanza en silencio, obstaculizado
únicamente por la falta de dólares del gobierno, y otro que amenaza con no
llegar lejos. El primero le interesa desesperadamente a Nicolás Maduro que
sueña que reanimaría la producción nacional, lo que le ahorraría muchas divisas,
y representa la negación del Socialismo del Siglo XXI, pues disminuye el control
estatal de la economía. Con razón en Aporrea, Toby Valderrama lo denuncia como
una traición a Chávez, una negación del socialismo, pero no le queda otra salida
a Maduro que erigirle monumentos al difunto y darle la espalda a su legado. Un
sector influyente del chavismo crítica este diálogo con los empresarios; en
cambio, al otro diálogo lo critica parte de la oposición enfrentada con la
MUD.
Al gobierno le faltan dólares para importar trigo y para seguir financiando
corredores de Fórmula 1, la compra de aviones para la Armada y para que el
presidente de Salvador vuelva a su país con las manos llenas. Maduro sueña con
imitar el modelo chino, cosa nada fácil, no somos chinos.
No hay chavismo viable sin Chávez…ni tampoco con Maduro. El legado de Chávez
fue una economía insostenible y un país políticamente a la deriva, en la misma
situación que lo encontró en 1998 cuando el rechazo a los partidos no daba lugar
al nacimiento de un nuevo sistema de partidos sino al autoritarismo. Muerto
Chávez desapareció el gran mago que manejaba un engendro, el sistema chavista;
quizá si hubiera escogido un sucesor con experiencia administrativa y política
estaría en mejor situación el chavismo hoy que con Nicolás Maduro, pero Chávez
prefirió de sucesor a un incondicional, alguien que conocía de cerca porque
ambos habían viajado por el mundo. Además Chávez cambiaba de ministros
constantemente porque los escogía mal, no tenía manera de reemplazar a su
heredero Maduro desde el más allá.
El miércoles pasado el gobierno clausuró el programa de Iván Ballestero,
atacó a los estudiantes acampados frente al PNUT en los Palos Grandes y a la
propia UCAB… y el propio Maduro acusó de terroristas y de cosas peores a los que
manifiestan en la calle. Los estudiantes no se amilanaron y Los Palos Grandes
amanecieron alzados el jueves por la tarde. Ni los estudiantes retrocederán, ni
el gobierno buscará un diálogo, ni la represión impedirá los actos de calle, y
el apoyo al gobierno seguirá cayendo en picada. 200 presos no asustaron a los
estudiantes, al contrario los enardecieron porque a los universitarios se han
incorporado los liceístas. Como reacción al gobierno solo se le ocurre lanzar
una campaña por todos los medios “Maduro es el pueblo”, responde a un alzamiento
popular al estilo de los presidentes civiles impopulares; contrata una agencia
de publicidad que no conoce nada de política ni del país.
Ya los militares no dan golpes de Estado con la facilidad de antes, al
peronismo lo sacaba del poder el ejército argentino, en Chile, el país más
institucional de América, Pinochet defenestró a Allende. Haya de la Torre no
llegó al poder por los militares que ahora no obedecen a una orden de
Washington. Con los ejércitos de otros tiempos Maduro y Chávez hubieran salido
del poder en meses, en especial el primero por la situación de la economía.
Tanto uno como el otro se ampararon en la democracia, aunque no fueran
demócratas. Hasta las FARC, considera abandonar la lucha armada.
Como no es fácil un golpe de estado la confrontación aumentará, porque
estudiantes no se rendirán, solo cabe la posibilidad de que un sector del
gobierno obligue a Maduro a llegar a un acuerdo con la oposición, que se
traduzca con un cambio en la forma de gobernar, una democratización del régimen,
el nombramiento de nuevos poderes, la liberalización de la economía. Es la única
alternativa, pero suena a utopía. La alternativa es una violencia constante,
hasta que ocurra algo impredecible o aparezca otro salvador de la patria.
Otra cosa, Sofía Imber cumplió años. Felicidades. Pocas personas han hecho
tanto por Venezuela.
A la espera de lo impredecible
Fausto Masó
El Nacional. Caracas, 10 de mayo de 2014