sábado, 10 de mayo de 2014

Antonio Sánchez García: La MUD en la encrucijada

El incidente suscitado este jueves en el Senado norteamericano reviste una gravedad extrema, que afecta la estrategia misma de las acciones de los partidos de la MUD, pues revela una voluntad inequívoca de evitar todo enfrentamiento con la dictadura que no sea la participación en comicios electorales. Y consiguientemente servirle de sostén institucional hasta, por lo menos, 2019. ¿Por qué razones y con qué objetivos? ¿En qué lado de la historia se encuentran la MUD, su coordinador y su candidato?

La sesión sostenida este jueves 8 de mayo  en la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado norteamericano interpelando a una alta funcionaria del Departamento de Estado sobre la política del gobierno Obama frente a Venezuela ha desatado honda preocupación en sectores de la oposición venezolana, a los que ha salido al paso un “desmentido” de Ramón Guillermo Aveledo rechazando las inculpaciones de Roberta Jacobsen, subsecretaria a cargo de los asuntos del Hemisferio Occidental, quien afirma que su gobierno no ha tomado las medidas destinadas a frenar las acciones forajidas y violatorias de los derechos humanos cometidas por la dictadura venezolana y solicitadas con urgencia por congresistas demócratas y republicanos, obedeciendo al pedido expreso de funcionarios de la MUD, que la habrían interpelado en dicho sentido, con el fin “de no entorpecer el diálogo”. Un diálogo que en lugar de poner fin a la represión la ha acrecentado, y en lugar de contribuir a la paz ha desatado una brutal guerra asimétrica: el Estado con toda su parafernalia bélica contra un pueblo desarmado. Un diálogo que, más allá de la buena fe de la oposición participante, si la tiene, ha rescatado a Maduro del colapso dándole un segundo aire a un régimen que boquea en medio de una crisis terminal.
La afirmación de la señora Jacobsen reviste extrema gravedad, pues, de ser efectiva tal solicitud, la MUD estaría procediendo objetivamente en contra de los intereses de la oposición venezolana mayoritariamente decidida, como lo revelan las encuestas, a enfrentar frontalmente al régimen, sirviendo, en cambio a los intereses de los promotores de dicho diálogo: el gobierno de Nicolás Maduro, el Foro de Sao Paulo y los gobiernos que lo respaldan, en consonancia con la línea estratégica de la tiranía cubana. Habría decidido, en los hechos, amparar al régimen dictatorial causante en solo estos últimos 2 meses de 41 asesinatos contra jóvenes opositores, encarcelado a miles e hiriendo a cientos de ellos. Apretando aún más la soga con la que pretende ahorcar las escasas libertades públicas que aún nos restan y sentando las bases de la entronización de un régimen totalitario en Venezuela. En otras palabras: la MUD sería, poco más, poco menos y posiblemente sin consciencia plena de tan grave hecho, una suerte de auxiliar de la dictadura en los predios del generoso y combativo movimiento de resistencia venezolano. Renunciando, por razones desconocidas, al imperativo de combatirla en todos los frentes y precipitar su salida: “Cuanto antes, en bien de Venezuela y de América Latina”, como lo señalara en su último artículo el Nobel peruano Mario Vargas Llosa.
Basta leer con atención el lamentable y patético desmentido del señor Aveledo (http://www.twitlonger.com/show/n_1s1m933) para constatar que tales sospechas son más que mera expresión arbitraria del extremismo radical de quienes respaldamos la resistencia y luchamos por hacer cumplir las determinaciones constitucionales que nos imponen la obligación de luchar contra un régimen violatorio de sus principios constituyentes. Va mucho más lejos: dibuja un escenario en que sanciones drásticas contra la dictadura podrían, supuestamente y en un extraño ejercicio de imaginación anticipatoria, llegar a afectar al pueblo. Una vaga y muy inoportuna e innecesaria declaración en la que resuenan los ecos de la solidaridad del progresismo latinoamericano filocastrista con la tiranía cubana y el rechazo al bloqueo. ¿Es lo que ya anticipa el coordinador de la MUD?
En efecto: para “no afectar al pueblo” pide Aveledo tácitamente que no se afecte al régimen, y más en concreto a miembros destacados de la boliburguesía, uno de los objetivo de tales sanciones promovidas por representantes de la Cámara Alta de Estados Unidos. Pero particularmente a los funcionarios del régimen causantes directos de las graves violaciones de los derechos humanos. Sin ninguna duda, los más graves que se cometen actualmente en el hemisferio y, por lo mismo, susceptibles de ser analizados y respondidos por los gobiernos y organismos que hacen de los derechos humanos causa constitucional. Sorprendente lógica pacificadora la suya, que imaginamos es expresión fiel de la de los partidos y liderazgos que coordina. Pues no se entiende a qué sectores específicos de la sociedad venezolana se refiere el señor Aveledo cuando habla de “pueblo”: si a quienes constituyen la carne de cañón del régimen y le sirven de plataforma de respaldo social, a las fuerzas armadas, policiales y a los colectivos hamponiles que desatan el terror de Estado en nuestros barrios. O, por el contrario, a quienes lo sufren, pues han decidido asumir en sus manos la lucha por la emancipación de nuestra sociedad frente a un régimen ya abiertamente dictatorial y despótico. ¿O es que en realidad por pueblo entiende Aveledo exclusivamente a “los pobres del chavismo” sin la inclusión de los cuales el candidato Capriles pide no cuenten con él para ninguna acción de salida y bajo ningún pretexto, así el precio sea la entronización de una tiranía?
El incidente suscitado este jueves en el Senado norteamericano reviste una gravedad extrema, que afecta la estrategia misma de las acciones de los partidos de la MUD, pues revela una voluntad inequívoca de evitar todo enfrentamiento con la dictadura, que no sea la participación en comicios electorales. Y consiguientemente servirle de sostén institucional hasta, por lo menos, 2019. ¿Por qué razones y con qué objetivos? ¿En qué lado de la historia se encuentran la MUD, su coordinador y su candidato?
El desmentido entero, en lugar de aclarar la insólita revelación de la subsecretaria de Estado, Roberta Jacobson, da lugar a las más tenebrosas suspicacias. Cumple a cabalidad la trampa de todo desmentido sustentado en medias verdades y abre campo a nefastas interrogantes. Confunde y nubla en lugar de aclarar y definir. ¿Hubo o no hubo gestiones de personalidades de la MUD ante el Departamento de Estado? Si las hubo, ¿tuvieron el propósito de impedir las acciones de Estados Unidos contra la dictadura venezolana? ¿Participó el señor Aveledo o algún otro miembro de la MUD en alguna gestión diplomática a espaldas del pueblo opositor, como lo asegura bajo juramento la más alta funcionaria del Departamento de Estado para el Hemisferio Occidental? ¿Qué propósito real y qué fundamentación táctica y estratégica habría tenido esa gestión? ¿Estaba en conocimiento del régimen y fue aprobada por el señor Maduro?
Quede al arbitrio del lector revisar el desmentido y extraer sus propias conclusiones. Lo que resulta indiscutible es que la afirmación de un alto personero del gobierno de Estados Unidos en la Cámara de Representantes, bajo obligación de juramento, no puede sino estar estrictamente apegada a la verdad. El Congreso norteamericano no es la Asamblea venezolana. No lo preside un forajido ni está constituida por esbirros de una satrapía. La gestión de la MUD existió, tuvo por objeto impedir las sanciones solicitadas al gobierno norteamericano por senadores demócratas y republicanos, y según confesión de la subsecretaria adjunta cumplió su cometido. En otras palabras: la MUD impidió que se procediera contra funcionarios del gobierno y empresarios corruptos. Permitió, objetivamente, que el régimen continuara su agudización de la represión, como lo demuestran los hechos registrados la misma noche de este jueves.
Si el objetivo de la gestión de la MUD ante el Departamento de Estado –en medio de la grave e insostenible debilidad del régimen, mientras  extrema la represión, incendia universidades, asesina estudiantes  y encarcela a manifestantes inermes y pacíficos– ha sido el de auxiliar a la dictadura mediando para entorpecer las gestiones de quienes se han puesto clara y decididamente de parte de la oposición democrática venezolana, pidiendo la aplicación de las sanciones que corresponden, estaríamos ante un claro deslinde de los partidos que la integran respecto de las luchas libertarias de nuestro pueblo. Dichos partidos habrían decidido volverles la espalda a las acciones de rebeldía contra la dictadura.
La clave del triste y lamentable desmentido del señor Aveledo, con el que quisiera salvar su responsabilidad moral ante un acto de tal gravedad, se basa en el revenido pretexto de las dictaduras de izquierda y derecha para impedir que la comunidad internacional husmee en sus sórdidos entresijos: la autonomía de los pueblos y la no injerencia de las naciones en sus asuntos internos. Toda su arquitectura conceptual pretende reivindicar el derecho de los venezolanos de resolver sus propios problemas sin verse suplantados por regímenes extranjeros: “La Mesa de las Unidad trabaja por un cambio pacífico, democrático y constitucional en nuestro país. Un camino en el cual los protagonistas somos los venezolanos. La comunidad internacional puede ayudarnos en esta lucha, pero en ningún caso podemos aspirar a que nos sustituya”. ¡Como si el Departamento de Estado pretendiera sustituir a la MUD! En boca de Maduro, sano y bueno, así sea un vulgar sátrapa de la tiranía cubana. En boca de un respetable abogado venezolano que coordina el principal paraguas de la oposición, un absurdo despropósito sin pies ni cabeza. ¿Es injerencismo y sustitución de derechos congelar las cuentas bancarias de los gobernantes y empresarios venezolanos corruptos, violadores de los derechos humanos y responsables de los peores crímenes cometidos en la región? Sencillamente patético y muy lamentable. Me hace recordar a Insulza, canciller de Eduardo Frei Ruiz Tagle, exigiéndoles a los ingleses la devolución de Augusto Pinochet para que fuera juzgado y castigado en Chile. Obtuvo su propósito en contra de los esfuerzos del juez Baltasar Garzón, que exigía fuera enjuiciado en España. Jamás lo fue.
¿Llegó el momento del deslinde de las fuerzas opositoras, en aras de preservar la integridad de la lucha contra la dictadura? ¿La MUD es compatible con las formas de lucha de la resistencia? ¿Coadyuva o entorpece el movimiento social por el desalojo de la dictadura? Ser o no ser frente a la dictadura. Ese es su problema.



La MUD en la encrucijada
Antonio Sánchez García
El Nacional. 10 de mayo de 2014