martes, 5 de mayo de 2015

Mario Szichman: Las otras venas abiertas

El chavismo se llevó todo lo que no está atornillado al piso. Exministro de Chávez dice en The New York Times que el país ha sido saqueado “como en la época de la conquista” española, “cuando el oro y la plata eran robados por toneladas”. El diario neoyorquino detalla transacciones que permitieron a funcionarios y sus compinches robar a los venezolanos decenas de miles de millones de dólares. 

“Es escándaloso”, declaró a The New York Times Víctor Álvarez, un economista de izquierda y ex ministro durante el gobierno del fallecido presidente Hugo Chávez Frías: Venezuela ha sido saqueada “como en la época de la conquista” española, “cuando el oro y la plata eran robados por toneladas”.Álvarez no estaba haciendo alusión a los gobiernos de la Cuarta República, sino al presidido por Chávez y ahora por Nicolás Maduro.
La nota del periódico neoyorquino no tiene desperdicio al describir cómo la fortuna de los venezolanos fue dilapidada durante los gobiernos de la Revolución Bolivariana. Buena parte de los saqueos se registraron durante la época en que Chávez condujo los destinos de la nación directo hacia el abismo. He aquí algunos datos oficiales, para solaz de las generaciones futuras:
– Una empresa venezolana importó equipo agrícola, entre ellos, máquinas para sacar los granos de maíz de las mazorcas. Cada máquina, de acuerdo a la empresa, costaba 477.750 dólares, aunque el precio en el mercado era de unos 2.900 dólares.
–Otra compañía adquirió equipos para matar y destripar pollos a un costo total de 1,8 millones de dólares. Cuando la policía investigó, descubrió que los equipos “eran un amasijo de chatarra oxidada”.
–Un empresario recolectó 74 millones de dólares para llevar a Venezuela productos químicos y otras mercancías adquiridos en el exterior. “Pero no envió casi nada a cambio”.
–La firma de consultoría Ecoanalítica, dijo que entre el 2003 y el 2012, durante todo el gobierno de Chávez, “unos 69.500 millones de dólares fueron robados del erario público a través de fraudes a la importación”.
–Un 20 por ciento de las importaciones fueron hechas por “empresas privadas” que eran tan inexistentes como las 13 millones de firmas que recaudó Maduro para defender a siete funcionarios acusados de violar los derechos humanos y faltar  a sus deberes. Por otra parte, un 40 por ciento de las importaciones concretadas por agencias del gobierno y compañías administradas por el estado “fueron fraudulentas”.
–La ex presidenta del Banco Central, Edmée Betancourt, dijo que unos 20.000 millones de los 59.000 millones de dólares destinados a importar productos en el 2012 (cuando todavía gobernaba Chávez) “desaparecieron a través de transacciones fraudulentas”.
La mano negra de los funcionarios y enchufados chavistas tendió sus tentáculos hacia el exterior, inclusive rumbo países de gobiernos amigos, como el de Ecuador.
“La escala” de las estafas, señaló The New York Times  es “mind–boggling,” alucinante, y “ha creado distorsiones en la economía regional”. En Ecuador, fiscales acusaron a tres empresarios venezolanos de usar una serie de “Shell companies,” (empresas fantasmas) para recibir unos 74 millones de dólares en embarques hacia Venezuela entre 2012 y 2013, con precios inflados. En otros casos, la mercancía no existía.
El fraude, indicó el diario, “contribuyó al colapso de un banco ecuatoriano, que informó de pérdidas por decenas de millones de dólares". La fiscalía ecuatoriana ha denunciado otras exportaciones fraudulentas a Venezuela en que estuvieron involucradas varias compañías. El fraude asciende a unos 150 millones de dólares.
Jesús Faría, un chavista, integrante de una comisión investigadora destinada a examinar las importaciones dolosas y miembro de la Asamblea Nacional de Venezuela, dijo que habían sido descubiertas más de 250 compañías que habían violado la ley, en tanto la oficina del fiscal general “debe investigar y evaluar a centenares de empresas”. ¿Qué ha ocurrido? Faría lo explica mejor: “No he visto que  hayan sancionado una sola de esas compañías”.
Otro caso es el de Panamá, donde exportadores que trabajan en la zona franca facturaron embarques a Venezuela por 1.400 millones de dólares. Según The New York Times, funcionarios panameños dijeron que de ese total, 937 millones de dólares eran una completa patraña. Las compañías habían cobrado por productos inexistentes.
Hasta ahora, de acuerdo al periódico, solo existe un caso en que la fiscalía venezolana metió en la cárcel por actos indebidos a un alto funcionario de la agencia de control de cambios, Francisco Navas.
El ex funcionario fue acusado en el 2013 de lavado de dinero y de conspiración. Según la fiscalía, aceptó sobornos a cambio de autorizar el pago por millones de dólares a empresas que se dedicaban a importar mercancía imaginaria. Un alto funcionario de la agencia dijo que Navas cobraba el equivalente a 46 centavos por cada dólar aprobado.
Alonso Medina, abogado de Navas, dijo que su cliente es un chivo expiatorio, usado por las autoridades venezolanas para demostrar su empeño en combatir la corrupción.
En la Venezuela actual, solo existe una clase de funcionarios públicos: los incorruptibles. Algunos se incorporan luego a la categoría de corruptos, pero solo cuando abandonan el gobierno o pasan a ser testigos protegidos del departamento de Justicia de Estados Unidos.
Es el momento en que sufren otra transformación bipolar: todos ellos se convierten en chivos expiatorios para las autoridades norteamericanas, y en traidores a la Revolución Bolivariana para los que continúan siendo incorruptibles.Al menos por un rato.
Entre tanto el presidente de Venezuela, como Diógenes con su linterna, sigue buscando a quien hacer responsable de todo el desmadre. Maduro tiene una sencilla explicación para la actual debacle que sufre el país: Venezuela se ha convertido en un enorme espejismo.
Las colas son un invento mediático, o de grupos opositores enrolados en la guerra económica. Según explicó, grupos infiltrados “de gente corrompida” ponen a la gente hacer cola frente a los supermercados y cadenas de farmacias,  mientras en el interior de los negocios, todo está vacío de personas, y repleto de productos.
Seguramente todo lo que dice el presidente es cierto. ¿Qué gana con mentir? Recuerdo que hace 60 años, en la Argentina, durante el primer gobierno de Juan Domingo Perón, se libró otra guerra económica “contra el agio y la especulación”.
Perón insistía en que los agiotistas participaban en una inexistente campaña de desabastecimiento. A cada rato el Canal 7 de televisión, el único canal en ese momento, y además oficialista, sacaba a la calle a sus reporteros, y entrevistaba a agiotistas arrepentidos que confesaban ante las cámaras su participación en la inexistente campaña de desabastecimiento.
Generalmente, al concluir su confesión, el agiotista arrepentido decía: “Mi propósito era incitar a la canalla a celebrar con champán”, mientras se golpeaba el pecho. La canalla era el equivalente de los escuálidos, que celebraban con el espumante sus éxitos al crear una escasez imaginaria.
De todas maneras, la inexistente y permanente escasez llegó a la Argentina para quedarse. Todavía hoy la canalla sigue celebrando con champán . Posiblemente, algo parecido ocurra en Venezuela. Y el bochinche seguirá hasta la estampida final.
Por cierto, el último que huya no necesita apagar la luz. De eso ya se ha encargado de hacerlo el ministro del Poder Popular para la Energía Eléctrica, y presidente de CORPOELEC, Jesse Alonso Chacón Escamillo.

Mario Szichman
Las otras venas abiertas
Tal Cual. Caracas, 5 de mayo de 2015