Una semana decisiva
ARMANDO DURAN
El Nacional. Caracas, 7 de abril de 2014
1.
¿Qué se vislumbra más allá del humo y la niebla que hoy oscurecen el futuro inmediato de Venezuela? ¿Se despejará por fin, aunque sea parcialmente, el lúgubre panorama nacional, o más bien debemos asumir que nos hallamos en medio de un callejón oscuro, solitario y sin salida? En todo caso, dos hechos, de ningún modo casuales ni aislados, marcan el inicio de una semana que puede terminar resultando decisiva en el desarrollo de esta gran crisis política y social, cada día, insisto, más insostenible.
El primero ha sido el contundente comunicado de 12 puntos divulgado el miércoles pasado por la Conferencia Episcopal Venezolana. Entre los crudos aspectos sobre los que fijan posición los obispos, debemos destacar la condena que le hacen al régimen por “la brutal represión de la disidencia y el intento de pacificación o apaciguamiento por medio de la amenaza, la violencia verbal y la represión física”. Es decir, por su sistemática violación de los derechos humanos. El segundo suceso a tener en cuenta es el regreso a Caracas de los cancilleres de Colombia, Ecuador y Brasil para proseguir su labor “facilitadora” de un eventual diálogo verdadero entre el gobierno y la oposición (no la de los partidos, sino la que encarnan el movimiento estudiantil, Leopoldo López, María Corina Machado y Antonio Ledezma), única fórmula viable de restituir el orden público y de devolverle a Venezuela una cierta normalidad institucional, los dos pasos imprescindibles para evitar el estallido de una guerra civil a corto plazo.
Por supuesto, sobran razones para poner en tela de juicio esta gestión diplomática. No sólo por la contradicción al parecer insalvable que existe entre la idea que tienen Nicolás Maduro y sus más anacrónicos lugartenientes de lo que el resto de los mortales entienden por diálogo con el adversario, sino porque mientras más habla el régimen de la necesidad de un diálogo entre el gobierno y la oposición, mayor es la ferocidad con que acosa, persigue y reprime a quien discrepe del pensamiento único que desde Miraflores se le quiere imponer por la fuerza y al margen de la Constitución a los ciudadanos. Una concepción del entendimiento y la tolerancia que gradualmente ahonda las diferencias que ya corroen hasta las mismísimas entrañas del chavismo. Tal como advierte Nicmer Evans, uno de los teóricos más serios y mejor preparados de la revolución bolivariana, en el último de su habituales artículos de los viernes en el diario 2001: “La intolerancia dentro de la dirección política del chavismo para con sus críticos, y la transigencia con la corrupción, el jalabolismo y la ineficiencia son mucho más graves que la intolerancia de la oposición”.
Nadie pone en duda que esta visión unidimensional del régimen y la extraña camaradería del gobierno Santos con Miraflores, el compromiso político de Correa con Cuba y Venezuela, y los intereses comerciales de Brasil con la “revolución” chavista, son ingredientes que contaminan gravemente la cocción de cualquier acuerdo que propongan estos tres cancilleres “amigos” del régimen. Dos factores, sin embargo, introducen la posibilidad de importantes cambios en el nivel de complicidad ideológica y comercial de ese sector de América Latina con la propuesta delirante e infructuosa del régimen por sobrevivir a una tormenta perfecta.
2.
La primera y más categórica señal de que el estrecho vínculo tejido meticulosamente por Chávez con los gobiernos de América Latina a lo largo de 14 años, circunstancia que le permitía jactarse de la naturaleza inmaculadamente democrática de su Presidencia, se ha roto súbitamente por la sostenidas torpezas de Maduro a la hora de enfrentar las protestas estudiantiles. Aquella paradoja histórica que creó Chávez para que el ventajismo oficial en cada convocatoria electoral fuera el mecanismo de los nuevos tiempos para convertir los votos reales y figurados en una verdadera patente de corso para suprimir progresivamente los más elementales principios de la democracia, se ha hecho añicos de repente, tras casi dos meses de reprimir Maduro sin piedad a jóvenes indefensos y desarmados, que ejercen su derecho a protestar pacíficamente.
El expediente electoral, espurio desde el referéndum revocatorio de 2004 hasta la elección de Maduro como presidente de la República hace casi un año, le ha servido a muchos presidentes de la región para sofocar hasta el más leve sentimiento de culpabilidad que pudiera perturbarles la consciencia, o que pusiera en riesgo los múltiples beneficios materiales que les ofrece la arbitraria administración pública venezolana a cambio de su cortesana solidaridad política. La perversa contabilidad de estudiantes asesinados, heridos, torturados y detenidos violentamente, ha generado la certeza universal de que en Venezuela el respeto de los derechos humanos apenas es una broma pesada.
Ahora bien, de ningún modo Colombia, Ecuador y Brasil van a darle así como así la espalda a Maduro. De hacerlo, perderían mucho. Pero por otra parte, hace tiempo que la guerra fría quedó atrás y ningún gobierno latinoamericano puede ignorar la existencia escalofriante de esta conducta represiva, arbitraria, fuera de la ley y en muchos casos simplemente criminal de la GNB, la PNB y mucho menos de los grupos paramilitares del PSUV, que han contraído la responsabilidad de extirpar del escenario nacional, a sangre y fuego, hasta la más mínima expresión de descontento popular. A la vista de lo que ocurre en Venezuela, ni Santos, ni Correa ni Dilma desean verse involucrados en un enfrentamiento del régimen chavista con Estados Unidos, la Unión Europea y la opinión pública internacional, no por razones de ideología, como fue el caso cubano, sino por la inocultable violación de los derechos humanos en Venezuela, como ocurrió con las dictaduras militares del cono sur y la Operación Cóndor.
El movimiento estudiantil se ha encargado con sus protestas de poner esta verdad de manifiesto y el documento de la CEF se encarga ahora de aprovechar la evidencia para arrinconar a los gobiernos de Colombia, Ecuador y Brasil. O sus cancilleres le exigen a Maduro una rectificación real y a fondo de su conducta, o admiten su participación y complicidad, con todas sus consecuencias, en los acontecimientos que puedan ocurrir el día de mañana.
Nota. Hace un año, manos muy expertas descartaron mi rodilla derecha, maltrecha e inservible por completo, y la sustituyeron con mucho éxito por una articulación casi biónica, de cromo-cobalto. Este lunes, tras varias posposiciones involuntarias, mientras ustedes leen estas líneas, esas mismas manos harán otro tanto con mi rodilla izquierda. Estaré, pues, fuera de servicio, durante un par de semanas. Hasta entonces, reciban un saludo muy cordial.