lunes, 24 de marzo de 2014

Pedro Caviedes: Diferencias

Diferencias
Creo que a estas alturas todas las personas que no ocupan cargos o son cómplices del gobierno de Nicolás Maduro, tienen claro que un país por más rico que sea, si está mal manejado, se hunde en el fango. Muchos dicen que todo el problema es que Maduro y sus cómplices son comunistas. Yo digo que sí, que lo son, en parte. Porque los boliburgueses son capitalistas a rabiar, que están repletos de propiedades e inversiones en Miami, y cuentas bancarias en Panamá. Y porque, aunque me parece que los regímenes comunistas son un completo desastre, hay demasiadas democracias capitalistas en el mundo, que también lo son. No hay que alejarse mucho de los centros turísticos de las principales ciudades latinoamericanas para darse cuenta que allí la miseria llega a niveles salvajes, en países ricos, con todo tipo de recursos naturales, que jamás han sufrido, o hace mucho tiempo que no, de gobiernos o dictaduras comunistas.
Por el contrario, los países que tienen mejores redes de protección social son, oh sorpresa, los que mejores resultados obtienen. Me pregunto entonces si Estados Unidos es la gran potencia que es solo por su democracia capitalista, o también lo es por todo ese sistema que no permite que los niños, sea cual sea la situación económica de sus padres, mueran de inanición, se queden sin asistencia médica o educación. Gente tan rica o más rica que muchos de los más ricos de Estados Unidos hay en otros países, sin embargo en EEUU no hay niños que vivan en la calle. ¿Se han preguntado qué pasa con esos niños cuando crecen? Y solo me estoy enfocando en los niños. Pero tener personas en edad productiva encerrados en su casa sin poder trabajar porque no pueden pagarse un tratamiento, tampoco ayuda mucho al progreso.
La Unión Europea, esa a la que tanto criticaba el candidato Romney en la última campaña, pero también esa a la que muchos millonarios van a pasar sus vacaciones o, como él, se van de intercambio, esa de cuyas fábricas compran los automóviles en que se transportan, tiene todavía redes más sólidas que las de Estados Unidos, y no es precisamente un continente al que le vaya mal. No recuerdo tampoco que en la época de la Guerra Fría, Francia, Alemania Occidental o Inglaterra fuesen muy amigos de la Unión Soviética o comulgaran con sus políticas. Sin embargo, en esas naciones de democracias capitalistas donde la libertad es un derecho inalienable, que ayudaron a Estados Unidos a contener la amenaza imperial del comunismo, existen seguros públicos de salud. Pero a lo que Winston Churchill jamás le vio reparo, en la Florida y otros estados a Barack Obama lo hace un comunista. ¿Tiene lógica?
Nicolás Maduro y su antecesor Chávez se montaron al poder con un discurso comunista. Pero en el fondo no son más que un par de fascistas, que enajenan atrozmente la libertad de las personas, penetran los medios de comunicación, son expertos en propaganda y se hacen con todas las ramas del poder público, para manejarlas a su antojo. Su desastre no solo pasa por un modelo económico, pasa por la corrupción sistematizada como una regla obligada del estado y la criminalidad en general, como una política de estado.
Querer alinear al desastroso comunismo y al híbrido putrefacto del Socialismo del Siglo XXI, con las políticas sociales que han hecho de las potencias los centros de progreso que son, es también un tipo de propaganda, tan dañina como la otra.

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