Durante los
últimos tres años, las divisiones dentro de la oposición venezolana han pasado
de ser un tabú a estar a la vista de todos, han ido de elefante en la
habitación a monstruosidad supurante en toda regla. Y todo el mundo parece
admitir esto, excepto por el mismo liderazgo de la oposición.
Entiendo la necesidad del chavismo de recurrir a la
negación de la disidencia interna como un mecanismo de defensa para su edipo no
resuelto; pero para la oposición, esto está al mismo nivel en la escala de
flojera que Ricardo Sánchez. Sobre todo porque hemos tenido 15 años para
madurar y prepararnos para este peo.
No siempre ha sido así. La oposición venezolana disfrutó
momentos de verdadera colaboración. ¿Recuerdan las elecciones parlamentarias de
2010? Unidad perfecta, todos trabajaban juntos, fue tan dulce.
Pero luego vinieron las elecciones de 2013, cuando
después de cantar fraude, el entonces candidato presidencial-rockstar, Henrique
Capriles Radonski, ungido en las elecciones primarias de la Mesa de la Unidad,
se retractó de su convocatoria a protestas masivas en todo el país preocupado
por la seguridad de los manifestantes. Algunos críticos afirmaron que se
desperdició una oportunidad de oro. Pero la mayoría se mantuvo leal a Capriles
y la MUD congregó un sentimiento nacional a favor de participar en las
elecciones regionales de finales de ese año. Estas fueron un fracaso épico para
la oposición, y algunos empezaron a clamar por un cambio de juego.
Esto llevó a La Salida a principios de 2014: una facción
de la oposición liderada por María Corina Machado, Leopoldo López, Antonio
Ledezma, varios partidos políticos y grupos de la sociedad civil, convocaron
protestas callejeras y asambleas ciudadanas, que coincidieron con las
manifestaciones encabezadas por estudiantes, partiendo de la premisa de que un
gobierno dictatorial nunca cedería el poder solo por la vía electoral, y
clamando con urgencia por un cambio de régimen.
Esta iniciativa “unilateral” hizo temblar a la MUD (es
decir, al Primero Justicia de Capriles, Acción Democrática, Copei, Un Nuevo
Tiempo, y otros sectores), que había establecido una agenda electoral de cara a
los siguientes 5 años, como medio para hacer frente a un “déficit democrático”.
Proclamó la MUD que el camino a seguir era un diálogo con el gobierno y no un
ciclo de protestas callejeras. Lo que llevó a la transmisión televisada de un
diálogo con el gobierno, en cadena, mientras Leopoldo López estaba en la
cárcel, María Corina Machado no fue invitada y muchos estudiantes estaban
siendo encarcelados y torturados.
Así comenzó a abrirse la grieta en la oposición.
Lo cual está bien. ¡En serio, está bien! Es normal que
los factores de la vida pública disientan entre sí. La grieta en sí misma no es
un problema. Lo que es absolutamente corrosivo es la negación de esa grieta.
Durante más de un año, la oposición se ha proclamado
incesantemente como la “unidad” y “alternativa democrática”, mientras somos
testigos de como se tiran dardos y se dan golpes infantiles, a veces menores y
a veces francamente crueles, entre miembros de la coalición opositora. A
aquellos de nosotros que estamos cerca de la candela se nos pide mantener la
boca cerrada, mientras que Diosdado Cabello ventila nuestra ropa sucia en la
televisión estatal todos los miércoles por la noche. A cualquier persona que
sanamente critica este comportamiento pueril, se le considera un traidor, un
radical divisionista.
Lo que más me molesta es el simplismo ramplón con el que
se asume todo.
Cuando el Departamento de Estado de Estados Unidos inició
un procedimiento para sancionar individualmente a funcionarios venezolanos
violadores de Derechos Humanos durante La Salida, Ramón Guillermo Aveledo
confundió al país y fortaleció al gobierno al declarar que las sanciones eran universales.
Cuando Voluntad Popular tuvo la iniciativa de realizar una recolección de
firmas para convocar a una Asamblea Constituyente, la MUD descalificó la
convocatoria al tildarla de iniciativa unilateral. Cuando María Corina Machado,
junto con 17 partidos de la oposición, inició un movimiento llamado “El
Congreso Ciudadano”, Capriles declaró públicamente que no iba a asistir. Cuando
tres notables expresidentes latinoamericanos llegaron a Venezuela en apoyo a la
causa opositora, la MUD boicoteó el evento.
Puñaladas traperas, descrédito, sabotaje… Sin embargo,
cada semana el secretario general de la MUD, Chuo Torrealba, dice públicamente
que la unidad es más fuerte que nunca.
Y mientras tanto, los venezolanos se ven obligados a
fingir que les preocupa este estira y encoge, mientras tratan de llegar a fin
de mes cada maldito día.
El comunicado más reciente de la Mesa de la Unidad,
en respuesta a la convocatoria hecha por Leopoldo López a la marcha del sábado
pasado, es la más reciente versión de esta patética farsa. En él, la MUD
expresa su solidaridad con los presos políticos, clama por condiciones
electorales justas y toda esa otra paja estúpida que es necesaria antes de
afirmar que ellos, por desgracia, no participarían en dicho evento, debido a
las “circunstancias adversas” que rodearon la iniciativa unilateral de López.
Esto, a pesar de que López grabó el video varios días
atrás, con la esperanza de enviarlo a la MUD para su consideración y de que fue
el gobierno quien publicó el video sin su conocimiento, luego de decomisarle su
teléfono, con el fin de anticiparse a él.
Pero todavía nos necesitan para votar por ellos. ¡Dios no
quiera que no puedan conseguir sus curules en la Asamblea Nacional! Es la
desunión e incapacidad catastrófica para reconocer la desunión y lidiar con
ella como adultos, lo que se come a la oposición.
Si yo disfrutase la autocensura, me hubiese inscrito en
el PSUV hace años. Dar un enérgico debate público es uno de los principios de
la democracia, una de las cosas por las que supuestamente luchamos nosotros
como oposición.
Nosotros, los votantes opositores, podemos ver la
enemistad pública apenas disimulada entre algunos dirigentes. Sería mejor si
cada partido político dentro de la MUD dejara de mentirnos y nos trataran con
un poco más de respeto. Ser explícitos sobre sus diferencias estructurales,
amén de sus completamente
legítimas diferencias políticas, sería mucho más efectivo para
atraer a los indecisos, que verían a la MUD como un foro de debate moderado y
no como el grupo de náufragos, hipócritas, inseguros y cretinos hambrientos de
poder como el que se están comportando ahora.
Una de las formas que tuvo Chávez para socavar nuestra
esfera pública fue a través de su brillante simplificación de nuestra cultura
política. Depende de nosotros como ciudadanos revertir su legado, a través de
la elevación del contenido y toma de conciencia en nuestro debate.
La unidad electoral y las diferencias políticas no son
mutuamente excluyentes. Mientras la oposición insista en seguir aferrándose a
un odioso ideal de falsa armonía, vamos a seguir demostrando que no estamos
listos para el horario estelar, y solo seremos una débil señal que no influirá
en el desmoronamiento y debilitamiento de un fracasado régimen.
Emiliana Duarte
La oposición está dividida (y eso está bien)
Blog Caracas Chronicles. Caracas, 2 de junio de 2015
Traducción Panfleto Negro