sábado, 4 de abril de 2015

Fausto Masó: Convencer al último abstencionista

Por paliza hay que ganar las elecciones, convencer al último abstencionista de que vaya a votar. Si el chavismo se impusiese en las próximas elecciones salga corriendo para Maiquetía: ya ha bajado el precio de apartamentos y casas porque los que los están vendiendo no encuentran compradores. La gente prefiere tener dólares a propiedades.
Como las estrellas las encuestas inclinan pero no obligan, porque hace falta que los electores voten y que la oposición también gane en los pequeños estados, representados desproporcionadamente en la Asamblea.
Mientras en Anzoátegui hay un diputado por cada 70 mil votos en Cojedes se logra uno con 16 mil votos.  Por la propia constitución en ciertos estados cuentan con un número mayor de los diputados, según recuerda Carlos Subero. Esto ayudaba a AD y hoy es un arma del PSUV,
A pesar de que el último voto cuenta, por  Internet, desde Miami y hasta en Caracas en las marchas se inventan razones para no votar. En el pasado se repetían fantasías como que apretando un botón en el CNE se alteraban los resultados electorales, ahora juran que algo similar ha ocurrido en otros países como Brasil. Acusan a Smarmatic de haber celebrado elecciones fraudulentas en Nicaragua, El Salvador, Bolivia, etc., donde no hay ni voto electrónico.
¿Está consciente el país de la trascendencia de estas elecciones?
Candidatos a primarias como José Guerra y Pedro Benítez recorren los barrios y descubren las necesidades de los pobres, cada vez más enfrentados al chavismo. Ellos saben que al chavismo le sobran recursos, periódicos, estaciones de televisión. Sin embargo confían en la victoria.
Las encuestas muestran una ventaja abrumadora de la oposición en intención de votos, el rechazo a Maduro ronda el 80%.
El gobierno ahoga al sector privado y a continuación le pide que produzca. Algo similar a lo que ocurre en Cuba donde la apertura a la inversión privada, la aproximación a los Estados Unidos, no ha bastado para que crezca la inversión privada. En Cuba, y en Venezuela, los bajos salarios, los subsidios, impiden que surja un verdadero mercado interno. En la isla el robo a la propiedad estatal crea una economía paralelo y la primera fuente de ingresos es “la venta de servicios médicos a un centenar de países, a través de los 25.000 facultativos y otros tantos enfermeros y asistentes. Estas misiones reportan a Cuba más de 9.000 millones de dólares al año, alrededor del 14% del PIB, frente a 2.000 que aporta el turismo, la segunda fuente de divisas. La mayoría de los pagos por la exportación de batas blancas.
La isla importa alrededor del 65% de los alimentos que consume, algo parecido a lo que está ocurriendo en Venezuela. “De sus más de seis millones de hectáreas cultivables, menos de la mitad se explotan y dan fruto: el 42% sirven como pasto y el 16% están abandonadas u “ociosas”. ¿Les recuerda lo que está ya pasando en Venezuela con las tierras confiscadas?
“De que tres de cada cinco pizzas servidas en los establecimientos abiertos en Cuba a partir de la liberalización de negocios privados en el 2010 se hacen con materia prima adquirida “por la izquierda”, es decir, robados al estado.
En el panorama actual de Venezuela es factible y necesario ganar las próximas elecciones legislativas, si los electores tomasen conciencia de lo que está en juego y si no le hacen caso a esos propagandistas enloquecidos de la abstención.
Todavía no hay ambiente electoral en el país, pero, ¡a votar, pues! A pesar de Tibisay, porque Tibisay hace lo que le ordena Miraflores y es capaz de cualquier maniobra  a última hora.




Fausto Masó
Convencer al último abstencionista
El Nacional. 4 de abril de 2015