Cuando Hugo Chávez entre 1999 y 2002 optó por reeditar la guerra fría, no se le ocurrió mejor idea que hablar del final del imperialismo estadounidense y reagrupar al ‘hospital de los muñecos revolucionarios’ contra EE.UU. Bastaba que Bush emprendiera medidas contra Saddam Hussein para que Chávez apareciera retratado manejándole su carro al tirano iraquí, justo en el momento en que Saddam estaba por expulsar a los técnicos nucleares de la ONU. Para colmo, la primera amenaza de Chávez de suspender los envíos de petróleo a USA, llegó justo en el momento en que Saddam Hussein, pistola en mano, amenazaba también con cortar el suministro. Jamás llegaron los Marines, pero Bush en el Congreso lanzaría la primera bomba en el Discurso de la Unión: “Cuatro años es suficiente. Urjo al Congreso a que pase la Ley que garantice una menor dependencia del petróleo extranjero” (aplausos). Venezuela exportaba para ese momento 2,97 millones de barriles, de los cuales 1,7 era a los Estados Unidos, 350 mil a Europa y casi 250 mil a Asia (PDVSA, pág. 72).
Luego de tres años ininterrumpidos amenazando con los cortes de suministro y esperando los portaaviones, jamás llegó la flota de Marines. Simplemente en su siguiente Discurso de la Unión Bush advirtió: “Tenemos un serio problema, somos unos adictos al petróleo que es importado de naciones inestables, la mejor manera de frenar esa adicción es con tecnología. Así que esta noche anuncio la Iniciativa Avanzada de Energía” (aplausos).
Los años 2006 y 2007 estuvieron plagados de supuestas amenazas de invasiones “yankees” contra Venezuela, en sus discursos Chávez amenazaba de nuevo con cortarles el suministro y además los provocaba con agrupar a algunos países en contra de Estados Unidos, en uno de sus tantos delirios acusó a una nación que es profundamente religiosa, de tener “el diablo en casa”. Mientras enardecía con ofensas al gobierno norteamericano, expulsaba a funcionarios de la Embajada, ministros consejeros, agregados, oficiales de la DEA y hasta misioneros de ese país fueron detenidos y acusados de ser “espías del imperialismo”. Pese a las decenas de alocuciones de Chávez, en las que aseguraba la posibilidad de que los Marines desembarcaran y que llegaban siempre acompañadas por los anuncios de las maniobras de la Fuerza Armada en las costas de Venezuela, el silencio de los Estados Unidos fue absoluto. Al poco tiempo la prudencia norteamericana fue interrumpida por Bush quien sorprendió a todos con otro bombazo: “Por demasiado tiempo hemos sido dependientes y vulnerables a regímenes hostiles. Esta noche le pido al Congreso que se una a mi iniciativa de (..) cortar tres cuartos, de esa gasolina importada” (Aplausos). Al finalizar ese año, Venezuela había dejado de exportar 200 mil barriles de petróleo que nunca más podría colocar de nuevo en otro lugar.
Si hubo un momento álgido y propicio para un desembarco de Marines en la historia de las relaciones, fueron los años 2008 y 2009. En el medio de la crisis más grave entre Estados Unidos y Rusia desde la guerra fría, Chávez ofreció el territorio de Venezuela para establecer las bases para el despliegue de la flota estratégica y nuclear rusa, ordenó la movilización de tropas a la frontera colombiana, expulsó al embajador y a varios diplomáticos con el ridículo grito de: “Váyanse pal cara… Yanquis de m…” Hugo Chávez armaba aquel escándalo calculadamente el día de la conmemoración del 11 de Septiembre, fecha en la que la sensibilidad norteamericana está a flor de piel. Como para echarle más leña al fuego, el gobierno revolucionario iniciaba una ofensiva de expropiaciones masivas contra transnacionales estadounidenses en tiempos en los que del otro lado de la línea no estaba Ronald Reagan, del muro de Berlín solo quedaba un monumento y Rusia no era la Unión Soviética. Así que los ‘añorados’ Marines se quedaron en casa de nuevo y en el año 2009, un nuevo presidente de Estados Unidos también soltó una bomba: “Vamos a tomar duras medidas como abrir nuevas áreas offshore para producir más (..) Para ese momento, Chávez había logrado que 400 mil barriles más fuesen expulsados de USA y de estos solo 200 mil encontraron alguna cabida en Asia.
Y así llegaron los años 2010 y 2011, quizás los más intensos en materia de amenazas de cortar el suministro de petróleo. “"No enviaremos una gota de petróleo más a sus refinerías, ni una gota más" vociferaba Chávez mientras irresponsablemente acusaba al futuro presidente de Colombia, de estar implicado en un plan para asesinarlo. Ya las expropiaciones a los estadounidenses en Venezuela asemejaban a la Cuba de 1961, la revolución chavista arremetió contra empresas de alimentos, cristales, molinos y hasta contra los hoteles, como hiciera Fidel Castro. Aquello era surrealista, ver a la Fuerza Armada junto a milicianos haciendo ejercicios en las playas entrenando para un hipotético desembarco de unos Marines que nunca llegaron. Lo que sí llegó fue un nuevo bombazo, que retumbó del otro lado del lado del continente, otra iniciativa mas, cuando Venezuela había dejado de exportar ya 500 mil barriles de petróleo, que nunca más encontrarían mercado.
Los Marines nunca vinieron ni vendrán porque fueron la excusa perfecta para engañar a una sociedad espantosamente inculta, en la que fue muy fácil ampararse detrás del falso patriotismo, para avanzar a la instauración de un estado marxista subsahariano en Venezuela. Sabemos que las bombas no caerán, así como sabemos que la verdadera guerra económica la crearon los chavistas quienes lograron que desde los Estados Unidos afirmen: “Nos hemos liberado de la opresión del petróleo extranjero cuando hemos importado menos que hace treinta años” y de los nueve millones de barriles que aún quedan, seis millones son de Canadá, México y Colombia. Por eso, más importante que las sanciones de Obama a funcionarios del gobierno venezolano, lo que debe causar alarma son las palabras del Departamento de Estado sobre nuestro país: “Venezuela ya no reviste mayor importancia para nosotros y cada vez será menor” (Jacobson).
Hoy, mientras una Venezuela desvencijada y arruinada después de 16 años de revolución se prepara por decimo año consecutivo para la guerra “en todo el territorio nacional”, anuncio utilizado solo como excusa para radicalizar la revolución marxista, sobre el escritorio de Obama hay dos enormes bombas que esperan por su firma y que significarán la expulsión de al menos otros 500 mil barriles de petróleo venezolano; mientras los chinos nos informan que más de la mitad de la economía venezolana está hipotecada, nada menos, que a los fondos de inversiones imperialistas. Hoy los revolucionarios hablan de cómo las bombas inteligentes no discriminan, sin entender que los fondos buitre que terminarán despedazando los pocos activos que le han dejado a Venezuela, son más inteligentes que los bocones revolucionarios.
Thays Peñalver
Las bombas yankees sobre Venezuela
NOTIMINUTO. 15 de marzo de 2015