Diosdado Cabello, como siempre, tiene razón: "Una revolución no se hace con escuálidos". Acierta desde cualquier perspectiva, al margen del recurso lingüístico, ya sea porque los revolucionarios engordan al amparo del poder o por el hecho de que, ha quedado demostrado, es imposible encontrar gente decente que participe en un proceso como el que está devastando a Venezuela.
Un hecho que aún no encuentra explicación científica es el que se traduce de la pregunta que todos nos hacemos: ¿De dónde salió tanto ladrón, malandro y delincuente que ocupan cargos públicos o se dedican a ejercer la conflictiva pero lucrativa profesión de dirigente político? ¿En qué momento un pueblo formidable y pleno de virtudes cívicas se convirtió en un cuerpo inerte de menesterosos cuyo único objetivo es vivir sin trabajar a costillas del Estado? Gente como Tareck El Aissami va por la vía fácil y denuncia que hay "infiltrados" dentro del PSUV; y nuestro héroe, "el capitano" Diosdado Cabello, primer vicepresidente del PSUV y presidente de la Asamblea Nacional, además de otros muchos honores, insiste: "Una revolución no se hace con escuálidos, con escuálidos se destruye al país, nos llevan hasta donde hemos estado ahora". En realidad, si nos atenemos a las evidencias, como el título de este artículo refiere que él siempre tiene razón, tendríamos que concluir que la plaga roja pretende realizar una adicional usurpación, esta vez del término escuálido.
Solo para ejemplificar, ¿quién destruyó PDVSA? La verdad sea dicha, Ramírez se preciaba de que en la alicaída industria no había cabida para los escuálidos y que, en forma íntegra, la empresa era "roja, rojita". ¿Quiénes ocupan los altos cargos gubernamentales? El día que Leopoldo López o María Corina ocupen un ministerio en este Régimen tendremos que reconocer que Tareck dice la verdad; pero, mientras no sea así, afirmo con profunda convicción que Tareck siempre miente de la misma forma que Diosdado siempre tiene la razón.
Otro acierto de "il capitano" es haber advertido que el PSUV tiene que tener ojos en todas partes: "No puede seguir habiendo escuálidos, amargados, dirigiendo empresas de la revolución (...) Tienen derecho al trabajo, sí, pero de jefes no. ¡De jefes no! ¡No, no, no! (...) Ustedes son los responsables de asignar a un escuálido para que sabotee la dirección del partido". Y uno vuelve a preguntarse, ¿será que ahora a los militares les dicen escuálidos, porque ellos son los que gobiernan en todas partes? Parece que sí, si le creemos a Tareck, lo cual ya advertí que no es conveniente, el problema fundamental de Maduro y su pandilla es que ellos no están gobernando.
Entonces, ¿quién lo hace? El gobernador de Aragua no nos da ninguna pista, se limita a la utilización de epítetos: "infiltrados", "desleales" y "tarifados de Fedecámaras" que se hacen eco de las críticas contra Maduro, los denomina. Habrá que preguntarle a Diosdado.
La verborrea comunista se viene excediendo y hasta denomina como tarifados a los que, siendo de sus filas, se atreven a criticar el proceso de destrucción nacional. Para evitar malos entendidos, sugiero que a los rojitos que se están alzando y matando a su propia gente los identifiquen como "escuacas-rojo-rojitos" y no escuálidos; porque esta última es una marca registrada que identifica a millones de venezolanos que sufren represión, violencia, hambre y la desolación que golpea a nuestro pobre país.
Luis Chumaceiro
Diosdado tiene razón
Tal Cual. Caracas, 8 de noviembre de 2014