martes, 8 de abril de 2014

Luis García Mora: Hay que desmontar el desencuentro Henrique/Leopoldo

Al límite: Hay que desmontar el desencuentro Henrique/Leopoldo
LUIS GARCÍA MORA
Prodavinci. Caracas, 6 de abril de 2014


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Un examen frío, desde enero hasta abril, hace imperativa una nueva estrategia de la oposición. Una estrategia que parta de la protesta pacífica: sin abandonar y abriéndose al diálogo.
La oposición debe negociar.
Debe hacerlo desde una posición firme, como la actual, y por encima de todo con un compromiso fuerte y no mercenario con el proyecto de oposición democrática que se ofrece desde la MUD y desde fuera de la MUD.
Como afirmaba un experimentado líder y estadista: “Nadie que no crea en lo que hace y ofrece genera esa credibilidad imprescindible para el ejercicio del liderazgo”. Y es cierto: todos somos una mezcla de valores e intereses, pero el liderazgo político es más poderoso en cuanto menos intereses personales o grupales o mezquinos involucre el compromiso.
Y esto va con Henrique, Leopoldo y María Corina. Y todavía más allá: con la parte sana de la MUD (dentro y fuera de ella) y la no tan sana (dentro y fuera del país).
El compromiso es demasiado grande y no admite errores ni inescrupulosidades de ninguna índole.
Se impone la hora del juego limpio.
Sobrevenido del cronograma político e institucional para el régimen, a la oposición democrática se le impone el momento de relegitimar legal y constitucionalmente la composición del nuevo CNE y de lo que funge como Tribunal Supremo de Justicia.
Se trata de un hecho y un mandato. Importante. Fundamental. Y esto no puede ser manejado con criterios de pulgas amaestradas.
No es fácil. No va a ser fácil. La dirección de la Oposición (sí, con mayúscula) tendrá que abandonar de una vez por todas este acostumbrado pero ahora peligroso manejo en las catacumbas. Y así deberá dirigirse al país: hablarle de frente, al opositor y al no opositor.
Hay una indudable fuerza en Maduro y su régimen. La única que le queda: la cívico militar.
O, mejor dicho, la militar cívica. Al revés.
No cuenta con los trabajadores ni con los estudiantes. Ni con los empresarios ni con las academias. Ni con las universidades ni con la Iglesia. En lo que se refiere a las estadísticas de popularidad, ni él ni su gobierno son mayoría. Y lo saben: ya la Oposición no es minoría. En lo que va de enero a marzo, según el cruce de las encuestas, el bloque pasó de 37 puntos a 47. Compacto, radicalizado, frente a un bloque gubernamental entre 36 y 37 puntos.
Se ha producido un quiebre relevante.
Y el poder omnímodo oficialista cuenta solamente con un partido y con una estructura férrea: el PSUV, movible pero de donde nadie se retira, y las Fuerzas Armadas Nacionales, una estructura organizativa que se rige por rangos y cargos y que se transforma todos los años. Ésa es la única unión (o cemento) que mantiene el Gobierno que, desde ahí, mueve sus tentáculos hacia los Poderes Públicos controlando el Estado.
Por un lado, estas circunstancias lo hacen represivo por su condición estalinista y militar, sin el concepto civil de ciudadanía. Por el otro, lo peligroso es que la estructura que soporta todo es la de la figura presidencial: la institucionalidad de la Presidencia, que siempre en nuestra democracia fue objeto de preocupación e intención de reinvención y reforma pero que, sobre todo durante los lustros de Chávez, ha sufrido una hipertrofia que la hace voluptuosamente apetecible para ese mismo estamento cívico militar.
Y esta visual es de suma importancia para entender la situación. En una frase: la conducción de la actual resistencia no puede continuar desgastándose entre los extremos de la resistencia pacífica y la violenta. Entre una oposición que no entiende que se puede caminar y mascar chicle a la vez, sin irse al piso e insiste en desmovilizar el momento. Y otra masiva y multitudinaria en ciernes, que por su cuenta y a la deriva toma las calles. El sacrificio y coraje de esa juventud requiere de atención inmediata.
Uno considera que constituiría un error desconectarse de esta inmensa masa de energía política cargada de disidencia civil que, como acaba de denunciar la Iglesia Católica, es objeto del intento de pacificación y apaciguamiento por medio de la amenaza, la violencia verbal y la más brutal represión física que recordemos.
Por eso que se cree que, primero, hay que desmontar de inmediato el desencuentro entre Henrique Capriles Radonski y Leopoldo López y entre éste último y Primero Justicia y Julio Borges. Y María Corina. Ya. Y no hablemos del resto de la composición de la MUD.
Este desencuentro mellizal, cargado de profundidades que por el momento sobran, está afectando una agenda política superior. Todos los implicados en este momento tienen un compromiso del más alto nivel, por sus liderazgos reales, con la conducción total y la búsqueda de una salida a la actual situación.
Esto es un hecho.
Y se podría decir que, después de obtener un triunfo en el primer round, quienes pensaban que era una pelea de un solo asalto ya a estas alturas deben de haber comprendido que la ruta rápida es sólo deseo, voluntarismo y riesgos inútiles si no se articula en el tiempo de una poderosa protesta pacífica. Orgánica. Organizada.
Como demuestra el Instituto de la Paz (PRIO) en Oslo, en su estudio La estrategia lógica del conflicto no violento, las campañas pacíficas de resistencia civil han sido doblemente más eficientes para lograr sus objetivos que las insurgencias violentas, incluso ante regímenes autoritarios. Y, como afirma Erica Chenoweth en una entrevista con Andrés Correa en Nueva York sobre su teoría de la regla del 3.5%, el poder no está en las armas sino en la gente. Ningún gobierno puede soportar resistencia constante, activa, visible, coordinada e inclusiva de apenas 3.5% de su población, sin terminar cediendo ante las demandas o desintegrándose.
De manera que, sin desactivar la protesta civil e incluso incrementándola con concentraciones y movilizaciones masivas, sin desactivar las iniciativas de diálogo actualmente en marcha, pues el Gobierno está obligado a crear las condiciones para que lo haya, la Oposición debe reacomodar la estrategia.
Con coraje, sin miedo y sin complejos, debe reconducir estas aguas. Sin traicionarlas.
Como pragmáticamente advierte Amnistía Internacional: “Es cierto que hay dificultades para el diálogo, para ese acercamiento, pero en la situación en la que estamos, con altos índices de criminalidad y proliferación de armas y municiones en manos de la población, resulta indispensable”. No sólo es el caos al que ha conducido este Gobierno, más la amenaza de guerra civil que alimenta y cimenta, sino también el peligro de disolución social que enfrentamos, sin apoyo y sin institucionalidad que nos soporte.
Se sabe y se dice, adentro y afuera, que “sin una salida pacifica lo que hay es un conflicto armado”. Realmente es necesario mantener el impulso.
Esto se parece al régimen de Nicolás I… o de Putin. Podríamos (sin saberlo) estar en medio de la desintegración.
Es imperativo trazar los límites ya.
 
Cráteres
- Podemos ampliar la base social de la protesta, ¿pero con cuál salida? Si ambos, Leopoldo y Henrique, quedan enterrados en un callejón sin salida, salga bien uno de ellos o no, todos nosotros saldríamos divididos. Éste era el juicio político de dos partidarios de ambos, al examinar lo delicado de la situación. “Hay que dar pequeños gestos, pues en alguna parte hay interés en que no haya unidad. Y la agenda de ambos está afectada por los viejos recuerdos”. “Hay que pasar urgentemente la página de las disputas, de los antagonismos…”
 
- La escalada de la Sala Constitucional del TSJ, según advierte la jurista Beatriz Di Totto (cabeza de una lógica jurídica casi kantiana), al destituir sumariamente a los alcaldes Scarano y Ceballos y a la diputada María Corina Machado, aparte de los actos de agresión e intimidación física realizados contra ciudadanos indefensos, constituye todo un salto cualitativo en la violación de la Constitución y las leyes. “Es probable que los acontecimientos del país, encendido en protestas y desbordado por vías de hecho en todos los órdenes, nos distraigan y abrumen hasta el punto de que no advirtamos que esta jurisprudencia eleva mucho la magnitud de la escalada que, sin duda, es tal. No sólo por la jerarquía del órgano que la emprende sino, sobre todo, por la naturaleza de sus funciones garantistas de los derechos ciudadanos y nacidas bajo el amparo de la Constitución de 1999. Acabamos de romper otro dique. Lo más triste es que quien lo destruye es justamente el mismo órgano cuya razón de ser era velar por su preservación”.
 
- Como decía un amigo, se trasladan a San Cristóbal nada más y nada menos que la Ministra de la Defensa y el comandante del CEO Padrino López para liberar la esquina de la Ferrero Tamayo con la Carabobo y el ingreso a Los Pirineos, sin detenerse a pensar en lo absurdamente “asimétrico” de su actuación…
 
- Y como decía alguien más, el objetivo de la política democrática no consiste en eliminar las pasiones ni en relegarlas a la esfera privada, sino en movilizarlas y ponerlas en escena dentro del respeto del pluralismo. Así que algunos dirigentes no tendrían que tener temor de moverse…
 
- Y admitámoslo: lo que están haciendo con Julio Borges y Ramón Guillermo Aveledo es muy burdo…