La economía cambió. No se trata de meterle duro a los números y a la macroeconomía. Eso es para la gente que sabe. Para los especialistas o para quienes se las echan que son los más. Esto no es un asunto de reservas internacionales, de PIB, de capacidad adquisitiva, de sistema cambiario, de ingresos, de gerencia, de proyectos, de mercadeo, de mercado, de inversión, seguridad jurídica, leyes marco, masa monetaria. No. Eso vale en sociedades de avanzada, no parroquiales. Eso no vale en Venezuela, donde lo que va quedando es un pedazo de terreno con un poco de gente arriba sin más visión y misión que la de sobrevivir, cuidar la puerta de la casa para que no se la invadan, no dejarse robar, hacer colas para comprar el sustento o meterle al bachaqueo para redondear. Entiéndase como bachaqueo todo lo que antes se consideraba matar tigres, pero ahora con sabor a socialismo bolivariano, a comunismo cubano. Parroquia, parroquialismo, atraso, tírame algo. Ni más ni menos.
La prensa, los medios de comunicación de cualquier parte del mundo reflejan lo bien o mal que va una sociedad. Pero no solo desde el punto de vista noticioso o informativo. Sus avisos, la propaganda, las cuñas y hasta los clasificados expresan la verdad, dibujan si el país está en la lona o, si por el contrario, se trata de una parcela gigante llena de pobres y en camino a la más cubana de las ruinas. Siempre se ha dicho que al menos 20% de los consumidores de prensa o usuaria de medios lo hace por interés en la publicidad. También es información, al fin y al cabo. Un diario grande, gordo y con una buena propuesta publicitaria es, por decir lo menos, reflejo directo de una sociedad en crecimiento en la que un sector produce, una intermediación anuncia y otro sector compra y consume. Esa vieja ecuación en Venezuela, como en Cuba, no existe. Hay que aclarar que en Cuba va por otra vía. Allá hasta hablan de inversiones privadas. Pronto hablarán de mercadeo y ganancias. En Venezuela, como bien se sabe, todo está en caída libre. Y si la gran industria casi no existe, claro que tampoco hay anunciantes. No hay producción, luego no hay nada que anunciar. Tan es así que lo poco que hay está vendido de antemano. Por eso las colas. Y no alcanza para todos. Y el gobierno no tiene, para completar la tragedia, los dólares necesarios para que los alimentos y bienes sean suficientes para una población experta en colas y bachaqueo. Y eso es justamente lo que se ve en los avisos y clasificados nacionales. Veamos algunos avisos reales cambiando u omitiendo nombres y detalles para evitar daños no queridos.
Primero. Guardo puesto en colas. No importa la cola. Módico precio hasta por tres horas. Si se extiende la espera habrá recargo pactado con antelación.
Segundo. Te mudas, te vas del país, Juanita, en dos días vende todos los enseres de tu casa. No botes nada. 100% garantía.
Tercero. Lo que necesite se lo llevo a su casa u oficina. Cualquier producto, cualquier alimento. Precios a convenir. No pregunte más. Solo llame.
Cuarto. Vendo baterías nuevas o usadas. Buen precio. Se entregan donde el cliente lo pida sin recargo. Eso sí, no hay facturas.
Quinto. Compro mascotas de cualquier tipo en caso de viaje de los dueños. También cuidamos animales por el tiempo que necesite antes de llevárselo definitivamente al país donde usted se muda.
Esta es, a grandes rasgos, la base doméstica de la economía venezolana. Como se ve es desarrollo puro. Pinta de potencia mundial.
Elides Rojas
Clasificados en tiempos de bachaqueo
El Universal. Caracas, 20 de mayo de 2015