El gobierno no soporta el impacto emocional del triunfo opositor con las primarias del domingo 17. Gritan a garganta sangrante que fueron un fracaso, hacen escandaletes para desacreditarlas. Nadie les cree, para empezar ni ellos mismos, aunque reciben una pequeña ayuda de sus amigos, los salvacionistas del voto, la oposición de la oposición, que declaran, entre otras niñadas, que no harán lo único que tal vez hacían: votar. Sufragaron 543.793 personas que rondan 8% del universo electoral, 75% por ciento más que en las de 2010 lo que se explica por la incorporación de los sectores populares de Caracas y ciudades del interior, que arrancaron tiempo a la tarea de conseguir alimentos y medicinas para sus familias. La dimensión del triunfo se comprende mejor si se anota que el promedio mundial de participantes en primarias es de 10%, salvo en Argentina donde votar en ellas es obligatorio y la ley sanciona a los que se abstienen.
Podrán anotarse razones pero hay una decisiva: además de escoger candidatos, en el sustrato zanjaban democráticamente diferencias dos bloques de partidos opositores, con políticas encontradas en medio de la Unidad. Y al haber una competencia leal entre ellos, el esfuerzo para ganar hizo que los partidos se movieran a sangre y fuego. Recorridos, conversaciones, actos, militantes y amigos nuevos y viejos de los partidos, escépticos o no, recibieron la presencia proselitista. Se tensaron al máximo las organizaciones, para convencerlos y facilitarles la llegada a las "urnas". La voluntad de ganar en una empresa existencial, desconoce el sueño, el cansancio, el hambre y el miedo. Una cosa es la razón, que permite hacer cálculos de posibilidades, distinta a la pasión, la fuerza arrolladora que hace a los hombres tomar caminos que comúnmente por la apariencia lucen insensatos.
Grandes empresas de pasión
Cuando se conjugan razón y pasión en un hombre y un equipo, nacen los liderazgos clarividentes. Colón sabía lo que hacía, tenía la razón, porque era el mejor navegante de su tiempo, pero para entrarle al vientre oscuro del Atlántico en una barquichuela requería la fuerza interior de una gran pasión que lo empujara tras esa peligrosa verdad. En muchas de las resistencias antidictatoriales surgieron líderes que condensaron la esperanza de la gente, mucho antes de sus triunfos, y que lograron emocionar y convencer. Ninguna gran empresa humana se hace sin valor físico, sin ponerse en riesgo, pero el auténtico líder lo es porque sabe cómo y cuándo se arriesga, y lo hace bien. No comete derroches que colocan en peligro estéril la causa. Lech Walesa, Churchill, Felipe González, Ricardo Lagos, Alan García, Chamorro, Havel, llenaron la fe y el amor de su gente que confiaba en ellos, como la posibilidad viviente de superar las sombras.
Jugarse la tranquilidad y la vida por los demás no es racional sino pasional. La película de Andrzej Wadja se llama precisamente Walesa: la esperanza de un pueblo. Pero los grandes líderes, los que conjugan razón y pasión no son irresponsables o impacientes y tuvieron muchas veces que derrotar a los apresurados de propios entornos, para hacer lo que se debía. González, la estrella luminosa de la política española, en demostración de coraje arrojó su renuncia a la SG del PSOE, porque la convención del partido negaba su petición de borrar el marxismo del programa de gobierno. Tomó el riesgo y ganó. Las organizaciones y candidatos de las primarias venezolanas hace una semana invirtieron pasión porque cada uno se jugaba su suerte en la contienda. Por eso es necesario que los partidos defiendan su legado y su historia en los procesos electorales. Venezuela reclama símbolos, fe, emociones, esperanza.
Contraste de estrategias
Legítimamente, con planteamientos políticos específicos, se perfilaron dos tendencias. Por un lado el bloque de: PJ (que logró 13 postulaciones), AD (7), UNT (5) y Cuentas Claras (3) que suman 28 en total, mientras por otro VP y sus aliados con 8 postulaciones ganadas, cobra una de las primeras posiciones entre los partidos. El caso de AD es estimulante con su exitoso número de victorias. Avanzada Progresista y Vente ganaron una postulación y Copei y ABP ninguna. La sumatoria favoreció claramente una entre dos políticas debatidas durante estos largos 17 meses. Si se cumple el anunciado triunfo en las parlamentarias de final de año, será dramático saber cuál de ellas predomina. El momento político será territorio minado, una megacrisis plagada de peligros, creada por un gobierno que día a día se desestabiliza y juega al desastre, a lo desconocido.
La Asamblea Nacional tendrá que hacer un tour de forcé para impedir que el país se desplome y no sea un Estado fallido. Tendrá que haber partidos fuertes que derroten la tentación de las hormonas en otros y componer una mayoría de hierro que enfrente los conatos de repetir operaciones como la de 2014. No deberá buscarse una confrontación de poderes, profundizar la crisis, echar gasolina al fuego con una visión conflictivista y no es lo que esperan los venezolanos de la nueva mayoría nacional, sino trazar un camino para la recuperación y la convivencia. Para eso se necesita un liderazgo que armonice razón y pasión, coraje y cerebro.
Carlos Raúl Hernández
Razón, pasión, coraje...
El Universal. Caracas, 24 de mayo de 2015