Me encuentro de gira por España, presento el monólogo Todo Gira. El título es sugerente, su contenido es la selección de parte del material de mis tres monólogos anteriores y material nuevo que he ido sumando en la medida que las funciones van ocurriendo, pero Todo Gira aplica también a la historia de cualquier ser humano, nada es para siempre, los obstáculos son superables, las victorias temporales, más importante que lo anterior es la manera en que vivimos, luchamos, nos adaptamos, respondemos a los cambios, y evolucionamos.
A mi paso por Madrid tuve la oportunidad de reunirme con un grupo de estudiantes venezolanos que se encuentran a su suerte (como muchísimos otros estudiantes venezolanos en el mundo) debido a que el cupo de dólares preferenciales que promete el sistema cambiario venezolano no les resulta “aprobado” esa palabra que con picardía infantil utiliza Nicolás para entretener a los suyos durante las alocuciones encadenadas de radio y televisión. El protocolo para optar a esta providencia está plagado de contradicciones que al final coloca a nuestros jóvenes en posiciones humillantes en las que no solo deben cantidades de dinero a escuelas y universidades en el mundo, sus familias en Venezuela pasan las de Caín para enviarles dinero al cambio paralelo, lo más lamentable, la caridad a la que han de apelar para sobrevivir estos hijos de Bolívar, hijos de un “país potencia” que dispone de cuantiosas cantidades de dinero para hacerse propaganda en el mundo entero en lugar de atender a los venezolanos. Indignación, vergüenza, y compromiso en acabar con el desdibujo de un país de momento arrebatado.
El representante ante la OEA del gobierno venezolano de turno, con aires de intelectualidad, soberbia, y profundo desprecio por los seres humanos, distingue entre el efecto de un balazo en la cabeza de un opositor y el efecto de un balazo en la cabeza de un oficialista, el solo planteamiento de la “diferencia” resulta repugnante, es necesario mirar hacia atrás para intentar entender cómo este individuo pudo transformarse en semejante desviación de lo que los venezolanos de bien (sin distinción partidista o ideológica) sentimos que nos representa, debemos identificar el descalabro en el sistema neurológico de este personaje y evitar que tan peligroso desatino se repita. El silencio oficial para con tan lamentables declaraciones convierte al Estado en un cómplice que lejos de acercarnos al “hombre nuevo” nos transporta a la condición más primitiva del ser humano.
Durante 16 años de gobierno chavista se ha señalado a Estados Unidos como responsable de todas las desgracias que vivimos los venezolanos, el gobierno estadounidense ha intentado mantenerse al margen del absurdo, no hacerse parte del circo. Recientemente Obama anunció sanciones a funcionarios venezolanos basados en su legislación, acusando presuntos casos de corrupción y violaciones a derechos humanos, es una decisión soberana que exige presentación de pruebas y el derecho a la defensa de los implicados, en ningún caso representa una agresión a Venezuela o los venezolanos. El gobierno de Nicolás Maduro manipula los señalamientos pretendiendo desviar la atención de los problemas que realmente nos aquejan, apelando a la unión de quiénes en circunstancias diferentes (según ellos) no somos pueblo, ahora si lo somos, porque a Nicolás le parece conveniente.
El gobierno venezolano tiene mucho que explicar a los venezolanos, escándalos de corrupción, atropellos a ciudadanos que piensan diferente, encarcelamientos que violan la norma, acorralamiento a la libertad de expresión estrangulando económicamente a dueños de medios obligándoles a venderlos, señalando la ruta a la autocensura de los que no vendan.
Tras 16 años de provocaciones el gobierno de Estados Unidos responde, califica al gobierno venezolano como amenaza a la seguridad de los estadounidenses, no se nos informa en base a qué, eso también preocupa, qué consecuencias tendrá esto para los venezolanos?, solo podemos imaginarlas. Los Estados Unidos ha procedido desproporcionadamente en innumerables casos atendiendo intereses propios, no estoy de acuerdo con que nadie intervenga en la resolución de nuestros problemas (Estados Unidos, Cuba, quién sea) soberanamente nos corresponde, por más desiguales que sean las condiciones del debate estamos obligados a estar a la altura del conflicto para remediarlo contundentemente, pacíficamente, democráticamente, en honor a nuestros antepasados y en favor de nuestros hijos.
En distintas entrevistas que me han realizado en España e Italia he asomado la posibilidad de participar políticamente en la suma de voluntades por encontrar el camino hacia una Venezuela mejor, esto no implica candidaturas a las elecciones parlamentarias o más adelante a elecciones regionales o presidenciales, mi interés en participar obedece a la necesidad que siento de salir de mi zona de comodidad la que me brinda el oficio que conozco, la comunicación, obedece a la necesidad de motivar a los demás a que participen, a que dejemos de quejarnos de unos y otros sin aportar novedades que pudieran arrojar luces hacia un mejor destino común, o al menos salir a votar.
Cuando escucho la frase “zapatero a tus zapatos” lo primero que salta a mi mente es: “Ok, es cierto, mejor no hago nada, mejor nadie haga nada y sigamos como estamos, que siga transcurriendo el tiempo y muchos decidamos abandonar nuestro hermoso país para luego lamentarnos desde lejos” no es mi estilo, no me da la gana, tienen todo el derecho de no identificarse conmigo (aún sin saber qué propongo) o de entusiasmarse con la duda que siento de participar en el terreno político y que muchos lo hagan también, agradeceré al que se ofrezca para aportar ideas que nos enrumben a un país mejor, lamentaré el que tenga semejante talento y no lo ponga a la orden de esta Venezuela que tanto lo necesita.
No soy político, soy un ciudadano que ama a su país, que ama a los venezolanos y está harto de ver como nos quedamos hechos ruinas en el tiempo. Si de zapateros y zapatos se trata “zapateros” somos todos y Venezuela nuestros “zapatos”.
Luis Chataing
Zapatero a tus zapatos
El Nacional. Caracas, 13 de marzo de 2015