En menos de un mes Obama y Maduro se verán las caras en la VII Cumbre de las Américas que se celebrará en Panamá. Si se tratara de un 'match' de boxeo, habría reventa por ver un duelo que sólo eclipsará el abrazo que podría producirse entre el presidente estadounidense y el gobernante cubano Raúl Castro. Y es que este encuentro auspiciado por la Organización de Estados Americanos (OEA) se presenta con una nueva Guerra Fría entre Washington y Caracas y el deshielo entre Estados Unidos y el régimen de La Habana.
El plan de Obama era llegar a Ciudad de Panamá en medio de una atmósfera distendida por el fin de la política de aislamiento hacia Cuba. Pero en el camino aumentó la tensión con el Gobierno de Maduro, ahora metido en el papel de David que durante décadas patentaron los hermanos Castro contra el eterno Goliat que ha sido Estados Unidos.
Cuando el pasado 9 de marzo el mandatario estadounidense declaró al país sudamericano como una amenaza para la seguridad nacional y aumentó las sanciones contra el chavismo, dio pie a un nuevo frente latinoamericano que se ha solidarizado con el sucesor de Hugo Chávez. A pesar de las violaciones de derechos humanos que a diario se cometen en Venezuela, el eje de la Alianza Bolivariana por los Pueblos (ALBA) ha arropado a Maduro y exige a Obama que derogue la acción ejecutiva. Lo mismo ha sucedido con Unasur, que denuncia la amenaza "injerencista" de Washington. Un bloque que en Panamá no perderá ocasión para culpar a EEUU de todos los males de América Latina, distrayendo la atención de lo que verdaderamente carcome a la región: la corrupción y el autoritarismo.
Son pocos los gobiernos latinoamericanos que han condenado la oleada represiva de Maduro. Y mientras en Panamá habrá más bramidos dirigidos a Washington que contra los atropellos del chavismo (por no hablar de los del castrismo) será un ex presidente español, Felipe González, quien dé la batalla más certera contra un Gobierno que si bien fue elegido en las urnas, se ha apartado de los principios fundamentales de la democracia.
Junto a otros ex presidentes como el chileno Ricardo Lagos, González se ha ofrecido a unirse al equipo defensor de los opositores venezolanos Leopoldo López, Antonio Ledezma y Daniel Ceballos, hoy encarcelados mientras sus familiares sufren acoso. No es la primera vez que se pone de parte de disidentes perseguidos. En 1977, defendió a presos políticos bajo la dictadura de Pinochet. Y en los años de su Gobierno también ayudó a la disidencia cubana pese a su buena relación con Fidel. González está haciendo más por la libertad de lo que cabe esperar de los jefes de Estado que se reunirán en Panamá. Volverán a señalar con el dedo a Washington, pero los verdaderos David son los opositores que hoy se juegan la vida en Venezuela.
Gina Montaner
Venezuela:La otra cumbre del ex presidente González
El Mundo. Madrid, 25 de marzo de 2015