Silenciar a la oposición arrestando a líderes con acusaciones temerarias de golpes de Estado y conspiraciones, señor Nicolás Maduro, es hacerse el harakiri político y ante la opinión pública internacional, inculparlos se ve como un acto desesperado, un grito de pánico y es un grave error histórico.
Se entiende que lo que intenta es enviar un mensaje de poder y atemorizar al pueblo y a quienes son un estorbo porque están denunciando los errores de su gobierno, pero bien se ha demostrado a través de la historia, que ese tipo de acciones son un bumerang que termina golpeando al régimen.
Debería considerar, señor Maduro, no escuchar más a quién le podría estar aconsejando al oído, para que no siga cometiendo pifias del tamaño de ordenar el arresto del alcalde de Caracas Antonio Ledezma, linchando la democracia y transitando por terrenos indebidos, exigiendo a los servidores de la justicia que cumplan órdenes las cuales se salen del perímetro Ejecutivo y pisan los terrenos judiciales que no le competen a un presidente.
Tengo entendido que la Constitución chavista, aunque privilegia en ciertos ámbitos al gobernante de turno, separa los poderes públicos en cinco partes, para que el Estado funcione “equilibradamente”: Poder legislativo, ejecutivo, judicial, ciudadano y electoral.
No se puede romper ese esquema dando órdenes como si se tratase de un capataz mandando a sus peones a limpiar la maleza de su finca.
Decir en mensaje nacional que “Ledezma va a ser procesado por los delitos cometidos”, es una grave falta contra el debido proceso. La presunción de inocencia es un principio básico del Derecho Romano, de donde se desprenden muchas jurisprudencias del mundo.
La sugiero, señor Maduro, consultar a un especialista en Constitución y Leyes para que le oriente sobre ese tema. Quizás usted está siendo aguijoneado por enemigos suyos dentro de las filas del propio chavismo, que “Dios dado no lo quiera, ni la gente lo quisiese, desde la Asamblea Nacional fuese”.
La indignación del pueblo corre por la sangre de los venezolanos y esto es contraproducente para la estabilidad democrática que usted dice amparar, porque se supone, de acuerdo a los chavistas, que fue la democracia que le entregó el poder de gobernar a la otrora rica petrolera nación suramericana y la cual ahora es pobre.
Al actuar alterado, irritado y asustado se cometen errores y de cierta forma, sin notarlo, porque el poder enceguece, está encendiendo al propio pueblo para que se revele.
La Fuerza Armada Nacional Bolivariana –FANB-, institución a la cual algunos acusan de mantener avenencia con el gobierno, tiene un límite de tolerancia, pero quienes están realmente agotados son aquellos que ostentan, de acuerdo a la Constitución, uno de los poderes más valiosos: el ciudadano.
Las “barbaridades”, las cuales dice usted se planean desde Bogotá, Miami y Madrid, señor Maduro, más bien parecen una cortina de humo con el fin de encubrir la verdad: el fracaso del sistema chavista. Otros lo interpretan como un delirio de persecución, muy similar al que han sufrido por décadas los hermanos Castro en Cuba.
Tendrían que ser muy organizados y poderosos los tales conspiradores, para hacerlo a control remoto, desabastecer al país de alimentos, medicamentos e insumos básicos y preparar un ataque aéreo contra el Palacio de Miraflores y un supuesto asesinato de su persona. No dudo que una conspiración de tal magnitud, sería posible y ejecutable si las Fuerzas Armadas no fuesen leales al chavismo. ¿Y dónde están las pruebas de ese complot?
Lo que vive el pueblo venezolano y que ha sido registrado por reporteros ciudadanos y por cadenas de televisión extranjeras, a las cuales acusan de entrometerse en asuntos internos y de complicidad con la oposición, es real y evidente: Los anaqueles en los supermercados están vacíos, las colas son indiscutibles y la gente con hambre se pone arrecha, como dicen los venezolanos.
¡Basta de negarse a ver la verdad, señor Maduro! Acepte que se equivocó y corrija el rumbo antes de que la Sayona se le aparezca y lo pene por infiel a la patria.
P/D En este caso es pene de penar, le aclaro por si acaso su mente lo confunde, señor Maduro.
Raúl Benoit
Carta a Nicolás Maduro
Diario Las Américas. Miami, 20 de febrero de 2015