GUSTAVO LINARES BENZO
El Universal. Caracas 12 de abril de 2014
Ningún Gobierno ha contado con la simpatía de la Universidad... y mucho menos éste
El estudiante desnudo rodeado de facinerosos en medio de la Ciudad Universitaria recuerda esas escenas de caníbales bailando alrededor de la víctima. O las inmolaciones rituales de los aztecas para invocar a Xchitl, dios de la lluvia y de las cosechas. Con la diferencia de que los malsines están encapuchados, prueba de que hasta en su constructo mental hay culpa y vergüenza, a pesar de quince años de justificaciones más o menos falaces de cualquier cosa que se haga contra el enemigo.
Con la diferencia de que el aquelarre ocurre en una Universidad, en la Universidad Central de Venezuela, en la Universidad que pronto cumplirá trescientos años, en la Universidad en que estudiaron tantos ministros, de ayer y hoy, y no en medio de la selva o en el templo mayor del Anáhuac. Con la diferencia de que el Gobierno, que ha alentado y dirigido esas hordas desde hace lustros y nada ha hecho por controlarlas, habla de paz y se sonroja como quinceañera frente a lo que no es más que una vuelta de tuerca de las agresiones sin cuento a las universidades autónomas, como siempre han hecho los gobiernos militares. La Universidad es la antítesis del cuartel.
Falsos
Los vaporones del Gobierno al ver el hierro que esgrimía uno de los malhechores son más falsos que las estadísticas agrícolas. Una semana sí y la otra también las clases de la Escuela de Derecho -no me echen cuentos que yo sé historias- son interrumpidas por individuos portando no esa culebrita que apareció en Twitter, sino AK47, de los nuevos, o granadas fragmentarias que ni los más expertos en armas entre el profesorado han podido identificar, la opinión mayoritaria se inclina por la polacas del Pacto de Varsovia (bien chimbas, por cierto, muy antiguas y ya en desuso).
Maduro repite una semana sí y la otra también que nunca en la historia se habían visto estudiantes quemando la Universidad, refiriéndose a las chamizas que se quemaron en una de las marchas. En los últimos cinco años nada más la Escuela de Derecho de la UCV ha sido incendiada premeditadamente tres veces (la Facultad invita respetuosamente a Maduro y a los ministros a ver un mural de Víctor Valera derretido, es una experiencia límite), también por obra de estas entidades más progres que Chomsky. La plaza cubierta del rectorado, quizás la obra más bella levantada en el mundo en el siglo XX, se convirtió en la fogata de los caníbales y todavía están en reparación los murales de Vigas. Estos Torquemada chavistas le metieron candela al decanato de Faces de la Universidad de Carabobo, al Estadio Universitario de Caracas, etcétera.
Antes de que la perínclita exdiputada del Psuv y Defensora del Pueblo diga que no ha recibido ninguna denuncia, o que una cosa es la quema intencional y otra muy distinta la combustión provocada, debe notarse que entre las autoridades rectorales y decanales han presentado decenas, quizás ya centenas, de denuncias, ruegos y peticiones ante el Ministerio Público, lo que se hace además inmediatamente que ocurre un desafuero de éstos. La Universidad hace continuo seguimiento de estos procedimientos, pero se piensa que ya no tiene sentido: nadie fue responsable. Debe ser el fantasma de Carujo que sigue persiguiendo a Vargas en los pasillos de su Universidad (de Vargas, claro).
Tribunales
Y cualesquiera medidas disciplinarias ante estas fechorías son inmediatamente revocadas por los tribunales, y sus protagonistas exaltados por los voceros del Gobierno, a veces hasta por el mismo Gigante Eterno. Para no hablar del asedio económico y presupuestario, ya de más de una década, o la paralización electoral diseñada desde el TSJ que no hay manera de destrancar aunque se propongan reglamentos y proyectos. Total, el régimen sabe que en cualquier elección cogerá miles de votos por el buche, para usar una de las tantas expresiones de amor y ternura que nos legó el Comandante.
Domesticada la televisión (la televisión venezolana ha muerto, dijo con toda verdad César Miguel Rondón), cerradas las radios díscolas salvo dos o tres, los periódicos sin papel. La Universidad asediada es número obligado de esa lista. Porque la Universidad es molesta, retrechera, crítica, y lo será siempre. Ningún Gobierno ha contado con su simpatía, ni ninguno contará, mucho menos éste. Tendrán que matarla.
Así es la vida universitaria. Lástima, comandantes.
@glinaresbenzo
Con la diferencia de que el aquelarre ocurre en una Universidad, en la Universidad Central de Venezuela, en la Universidad que pronto cumplirá trescientos años, en la Universidad en que estudiaron tantos ministros, de ayer y hoy, y no en medio de la selva o en el templo mayor del Anáhuac. Con la diferencia de que el Gobierno, que ha alentado y dirigido esas hordas desde hace lustros y nada ha hecho por controlarlas, habla de paz y se sonroja como quinceañera frente a lo que no es más que una vuelta de tuerca de las agresiones sin cuento a las universidades autónomas, como siempre han hecho los gobiernos militares. La Universidad es la antítesis del cuartel.
Falsos
Los vaporones del Gobierno al ver el hierro que esgrimía uno de los malhechores son más falsos que las estadísticas agrícolas. Una semana sí y la otra también las clases de la Escuela de Derecho -no me echen cuentos que yo sé historias- son interrumpidas por individuos portando no esa culebrita que apareció en Twitter, sino AK47, de los nuevos, o granadas fragmentarias que ni los más expertos en armas entre el profesorado han podido identificar, la opinión mayoritaria se inclina por la polacas del Pacto de Varsovia (bien chimbas, por cierto, muy antiguas y ya en desuso).
Maduro repite una semana sí y la otra también que nunca en la historia se habían visto estudiantes quemando la Universidad, refiriéndose a las chamizas que se quemaron en una de las marchas. En los últimos cinco años nada más la Escuela de Derecho de la UCV ha sido incendiada premeditadamente tres veces (la Facultad invita respetuosamente a Maduro y a los ministros a ver un mural de Víctor Valera derretido, es una experiencia límite), también por obra de estas entidades más progres que Chomsky. La plaza cubierta del rectorado, quizás la obra más bella levantada en el mundo en el siglo XX, se convirtió en la fogata de los caníbales y todavía están en reparación los murales de Vigas. Estos Torquemada chavistas le metieron candela al decanato de Faces de la Universidad de Carabobo, al Estadio Universitario de Caracas, etcétera.
Antes de que la perínclita exdiputada del Psuv y Defensora del Pueblo diga que no ha recibido ninguna denuncia, o que una cosa es la quema intencional y otra muy distinta la combustión provocada, debe notarse que entre las autoridades rectorales y decanales han presentado decenas, quizás ya centenas, de denuncias, ruegos y peticiones ante el Ministerio Público, lo que se hace además inmediatamente que ocurre un desafuero de éstos. La Universidad hace continuo seguimiento de estos procedimientos, pero se piensa que ya no tiene sentido: nadie fue responsable. Debe ser el fantasma de Carujo que sigue persiguiendo a Vargas en los pasillos de su Universidad (de Vargas, claro).
Tribunales
Y cualesquiera medidas disciplinarias ante estas fechorías son inmediatamente revocadas por los tribunales, y sus protagonistas exaltados por los voceros del Gobierno, a veces hasta por el mismo Gigante Eterno. Para no hablar del asedio económico y presupuestario, ya de más de una década, o la paralización electoral diseñada desde el TSJ que no hay manera de destrancar aunque se propongan reglamentos y proyectos. Total, el régimen sabe que en cualquier elección cogerá miles de votos por el buche, para usar una de las tantas expresiones de amor y ternura que nos legó el Comandante.
Domesticada la televisión (la televisión venezolana ha muerto, dijo con toda verdad César Miguel Rondón), cerradas las radios díscolas salvo dos o tres, los periódicos sin papel. La Universidad asediada es número obligado de esa lista. Porque la Universidad es molesta, retrechera, crítica, y lo será siempre. Ningún Gobierno ha contado con su simpatía, ni ninguno contará, mucho menos éste. Tendrán que matarla.
Así es la vida universitaria. Lástima, comandantes.
@glinaresbenzo